Hasta ahora los diferentes gobiernos no se han atrevido a tocar todo lo concerniente a los docentes que tienen la ardua responsabilidad de educar a nuestros ciudadanos; más bien han ido dejando en el olvido algunas de las viejas promesas o aspiraciones de un amplio colectivo del que siempre se ha hablado mucho, pero sin embargo casi nunca se le ha tenido en cuenta para reformar o cambiar las leyes educativas que padecemos.
Es así que hace unos días la Educación ha sido de nuevo noticia por esa convocatoria de la ministra de Educación y portavoz del Gobierno inaugurando en Madrid el foro Educar para el Siglo XXI, dedicado a la profesión docente de forma monográfica que ha servido para impulsar ideas, recoger propuestas y reencontrar las voces añejas de estos discursos en boca de Marchesi y Marina, entre otros, para ahondar y debatir en torno a los docentes del sistema educativo, su formación y la necesidad de ser evaluados, todo ello integrado en el pack de la reforma de la profesión docente.
Sin duda una acción comprometida a tener en cuenta, desde la ministra Celaá que hace su bautizo en la palestra mediática, como ministra del gremio, aunque no puede disimular su rol de portavoz de Gobierno, a la vez que no oculta su compromiso por retomar el pulso social a lo educativo, seguidora de la antorcha que levantara en su día Gabilondo en busca del fallido pacto educativo, asignatura pendiente de este hipotecado país que ahora paga sus consecuencias y fracasos. Imagino que tras ese pistoletazo de salida, se acordará llevar parejo un plan secuenciado y estratégico abierto a la negociación y la búsqueda de acuerdos, más allá de los introitos propios de estos eventos y que aterrice en conectar con los propios docentes, los implicados y protagonistas de esta historia.
Y es que la tradición de este país invertebrado, donde sigue imponiéndose la letra pequeña del BOE sobre las negociaciones han defraudado a muchos profesores ilusionados que ahora andan perdidos en un laberinto de dudas e interrogantes .
No podemos olvidar que el sistema educativo actual, derivado de una conjunto de decisiones políticas más que profesionales anda cojeando ya desde hace tiempo y son muchos los frentes que necesitan ser abordados.
Al parecer, la prioridad del Ministerio de Educación y Formación Profesional es volcarse en el profesorado – y no está nada mal – y añadir el matiz de la necesidad de introducir el modelo de evaluación voluntaria.
Sin duda, palabras mayores, amén de una buena idea. Imagino que habrá que llevar cuidado con las lanzaderas de intenciones porque podemos caer en una cascada de reacciones que harán más ruido que beneficios y, en especial, no olvidemos a aquellos profesionales que tengan que someterse a estos procesos.