Esta semana la Educación entra en la escena electoral al antojo de algunos políticos que tiran de la imaginación y del reclamo, para sin ton ni son, proponer y lanzar mensajes a favor de inventar asignaturas para llenar de contenidos los horarios de nuestros escolares y jóvenes ciudadanos.

La acción, una vez más, de proponer y sugerir meter en el currículum obligatorio del sistema educativo, con o sin calzador, materias que afinen el conocimiento, desde la tribuna política, obedece más al imperativo partidista que a la lógica pedagógica y a la defensa de un saber argumentado con conocimiento de causa.

La primera ha sido la propuesta lanzada por Albert Rivera de crear una asignatura de ‘Constitución Española’, que ha recibido una respuesta directa de los socialistas señalando que ya existía este contenido en la extinguida ‘Educación para la Ciudadanía’ que retiró el PP en 2013 con la aprobación de la Ley Orgánica para la Mejora de la Educación (Lomce).

En este sentido, la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, ha respondido a la propuesta de Rivera que, además, la Carta Magna ya se estudia en todos los institutos españoles en cuarto curso de la ESO, en Ciencias Sociales, y que seguirá estudiándose en la materia popuesta como ‘Valores Éticos y Democráticos’. Como se comprueba, antes de proponer hubiera sido mejor revisar lo que se imparte en estos momentos y ver si, o no, procede inventar algo nuevo.

Desde Podemos, su secretario de Organización, Pablo Echenique, ha instado a Rivera a «no usar la Constitución como arma arrojadiza». Ha sido su respuesta a las propuestas de la formación naranja de poner una asignatura de Constitución en los colegios y de hacer una Selectividad única en toda España, medidas que el partido morado no comparte porque, asegura, están focalizadas en exceso en el artículo 155 de la Carta Magna y olvidan los demás.

La segunda sugerencia educativa es del líder de Podemos, Pablo Iglesias, cuando al presentar su programa electoral, con formato de Constitución, y deteniéndonos en su parte educativa, no se queda corto y plantea también crear asignaturas como la de Feminismo y otra que, desde Educación Primaria, se enseñe contenidos de robótica, programación, diseño web, apps, hardware y videojuegos, que forma parte de una Estrategia de Formación y Alfabetización Digital para el disfrute igualitario de los beneficios del proceso de digitalización.

Sin duda, todo es importante, pero añadir asignaturas sin quitar otras nos tendrá que llevar a defender qué argumentos razonados y profesionales son los que justifican los cambios.

No todo vale, tampoco ahora en este tiempo de elecciones donde florecen las ideas por el impulso improvisado y defendiendo ideales que, en ocasiones, rozan la ignorancia y el desconocimiento.