En estos tiempos que corren, el conocimiento está desubicado y se comparte cada vez más en las redes sociales, convertidas en un medio de difusión de gran alcance, y una puerta abierta para lanzar el mensaje.
Los ciudadanos sabemos más por el anuncio, la publicación del evento, la recomendación y la etiqueta que hacemos al seguimiento de un asunto que por el conocimiento en vivo y en directo.
La presencialidad está colgada en la virtualidad, la mirada se ha acostumbrado a ello y será muy difícil rescatar la vuelta a otros formatos del pasado reciente.
El cambio generacional, unido al tecnológico, es un hecho decisivo que nos condiciona y nos determina. Son otros tiempos, otros modos de configurar aquello sobre lo que se quiere mejorar y tenemos otras vasijas de barro para verter la liquidez de una sociedad que se mira en el espejito mágico.
Estamos inmersos en un ciberespacio que con un formato comunicativo que crece en una inmensidad incontrolable y desde donde surgen voces emergentes que claman que proponen y comparten opiniones, decires, contenidos, emociones y sentimientos en un no parar.
El eco de sus mensajes enganchan, cada vez más a un gran número de seguidores que son, a la postre los que ponen el acento a sus propuestas y los respaldan con su audiencia.
La clave está en seguir a aquel que dice algo sobre un tema de interés, al que tiene seguidores fieles y lo convertimos en un ‘influencer’, otra palabreja que nos atrapa y nos somete a la etiqueta adjetivada. Su traducción sería la de una voz influyente en un tema al que se le da prestigio, se le destaca por su presencia continua en las redes sociales y en blogs y donde ejerce con su prédica interactiva.
La semana pasada, la fotonoticia de la consejera de Educación, Juventud y Deportes, Adela Martínez-Cachá, me hizo pensar sobre ello al recibir a algunos de los educadores más influyentes en el ámbito regional, con el objetivo de analizar el panorama escolar actual en la Región y tratar asuntos como innovación, recursos, nuevas tecnologías y metodologías. Eran cinco ‘influencers’, representantes de una manera de conocer y de saber, de compartir y de reconocer que hay que contactar, interaccionar y abordar la educación de otro modo, con otras referencias.
Un hecho noticiable, curioso y me imagino que también para algunos sobre la idea de la influencia y de los influyentes, y hacia dónde vamos en este ámbito tan amplio y complejo, como es el de la Educación. Ante ello nos podemos preguntar: ¿quién es influyente? ¿cómo se ejerce la influencia? Los tiempos cambian y hoy hay que ejercerla, en lo virtual, en las redes sociales, en Twitter, Instagram o Facebook… compartiendo contenidos y realidades.
Desde ahí considero que se puede aprender, enriquecerse y utilizar la información de manera profesional, educativa y obtener un conocimiento que nos lleve a opinar, saber para valorar, tener criterios y apostar por mejorar lo que no funciona, lo que no responde, lo que llevamos mal.
No olvidemos que el eco de los influyentes será dar con la clave para mejorar lo que tenemos y garantizar que la educación esté cada vez más cerca del ciudadano, de las familias y de aquellos que necesitan aprender y beneficiarse de la influencia.
Esperemos que cada vez más, maestros y profesores se conviertan en verdaderos influyentes para cambiar y que no se desanimen en este intento, mientras otros tendrán que velar porque la comunicación fluya y resuene en la comunidad educativa.