Ahora que seguimos huérfanos de un Gobierno nacional que intente resolver los graves problemas que sufrimos, por el contrario somos los ciudadanos los que tenemos que seguir remando contracorriente, sin parar y luchando contra la adversidad. Como si ya fuera algo asumido, mientras todo está por llegar, porque nuestros políticos no se aclaran, cada uno seguimos tirando del carro y apostando cada día por realizar de la mejor manera nuestro trabajo, aunque sentimos el parón y la intranquilidad a la que estamos sometidos.
El país sigue funcionando, aunque parezca mentira, ¿verdad? Y la gente sigue haciendo su tarea, cumpliendo con sus obligaciones, pero ellos, los nuevos políticos, los recién llegados no se pusieron de acuerdo en su trabajo, no consiguieron ajustar sus diferencias y responsabilizarse del compromiso adquirido, no superaron la nota de corte y, sin embargo, siguieron beneficiándose de sus privilegios.
Todo un fracaso, se mire como se mire, aunque queramos justificar lo injustificable y sentirnos exitosos, por ejemplo, por haber resucitado a Franco y haberlo convertido en ‘trending topic’. La jerga de estos ‘novísimos’ políticos se divulga con inmediatez, están a la que salta y siempre dispuestos a poner el careto y, sin cortarse un pelo, para pregonar a los cuatro vientos desde las redes sociales lo que piensan sobre un tema de urgencia.
De este modo, convierten su opinión en la esencia de su hacer y suplantan el hecho de tener que dar explicaciones, conformar espacios y tiempos, para dar la cara ante los medios y someterse a su control para que la ciudadanía esté al corriente de lo que ocurre. Es sorprendente comprobar cómo ante hechos de urgencia relevante, todos ellos se despachan colgando un tuit y se quedan tan panchos, mientras la calle quiere que expliquen las razones y los argumentos que le llevan a tomar partido o no, decidir o dejar de hacer.
Al añejo tuitero Trump lo copian nuestros jóvenes políticos, aunque piensen de forma distinta. Eligen el mismo formato y a mí me parece una falta de respeto a la ciudadanía optar por colgar un tuit ante la urgencia, porque no todo vale para mostrar condolencias, solidarizarse con una tragedia, valorar una medida o comunicar una decisión importante. Lo vemos tan normal que, al publicitar ese mensaje, quien lo lanza se queda tranquilo y sabe que no tendrá que responder a nada ni a nadie. Y, además, si es el primero en hacerlo, mucho mejor, para ganar puntos, subir peldaños y trepar, que a la postre es lo que toca.
Creo que no se debería amplificar en los informativos de las teles estos tuits y dejar de reproducirlos en cascada, podríamos exigirles que cambiaran de formato, para obligarles a dar la cara, siempre mejor en vivo y en directo, porque las redes están para el ocio y el tiempo libre.