En estos días de arranque del nuevo curso y de regreso a las rutinas, tras un largo verano, la victoria del joven tenista murciano, Carlitos Alcaraz ( a él le gusta que le llamen así ) ha sido motivo de alegría y orgullo, en especial, en su pueblo, El Palmar de Murcia, en toda la Comunidad Autónoma y en este país invertebrado que necesita de nuevos talentos que den ejemplo y nos levanten el vuelo, para romper esa inercia cansina de quienes nos llenan con voceríos la actualidad. En este caso, la joven promesa ha roto expectativas y ha sido valorado por su trabajo bien hecho, también y mucho por su sencillez, cercanía y su querencia a los suyos, en especial a su familia que lo arropa ( véase la destacada referencia a los consejos de su abuelo ) y el querer estar con sus amigos de siempre a los que se refiere, cuando tiene la oportunidad de ser preguntado en los medios.
Con el éxito del joven tenista murciano, de 19 años, por sus méritos y hazañas también resuena el nombre de esta Región de Murcia en todo el mundo y de este modo se rompen ciertos prejuicios que, en ocasiones, nos han hecho mucho daño, por aquello de relegarnos a un segundo lugar, a ser de segunda categoría. Una realidad que hemos sufrido los murcianos, desde hace cientos de años, cuando se aludía a nuestra tierra, con cierto retintín poniéndonos en la boca chistera de muchos, por aquello de ser de estos latifundios desconocidos.
Y es que han sido muchos los intereses ocultos que, en muchas ocasiones, nos han encasillado haciéndonos mucho daño, desterrando a la sombra nuestras grandezas y sacándonos a relucir siempre por lo negativo, los sucesos o las noticias sensacionalistas que cegaban las buenas nuevas que pudieran generarse por estos minifundios.
Sin embargo ahora, con el éxito de este joven se ha roto esta tendencia y hemos comprobado que el murciano llena portadas de prensa y programas de tele, en horario de máxima audiencia y no por casualidad, sino porque nos ha dado una gran lección a todos, mayores y medianos, jóvenes y adultos. Nadie negará que ha dejado el listón bien alto cuando en la madrugada del pasado lunes 12 de septiembre, cumplió su sueño de ser número 1 del mundo y ganar un Grand Slam [el US Open]. Sin olvidar, como subraya Juan de Pablos que “el murciano no habría llegado tan lejos, sin el papel formativo jugado por sus entrenadores. Primero, Kiko Navarro y después, Juan Carlos Ferrero.
Las palabras del tenista evidencian su ilusión: «Toca seguir soñando, seguir ganando torneos y estar el máximo tiempo posible entre los mejores». Este arranque y fuerza que transmite Alcaraz es, sin duda, todo un ejemplo para esos jóvenes universitarios que tienen que mirar al frente, para encarar el nuevo curso. En más de una ocasión me he referido al tenista, para destacar cómo los medios relataban sus logros, en mis primeras clases de este nuevo curso universitario, en el que el regreso a las aulas nos ha pillado a la mayoría con el paso cambiado para tener que meter al personal en vereda y motivar el lento arranque postvacacional. Su victoria me ha servido para hacer un paréntesis y, al hilo de la actualidad, subrayar y destacar su trayectoria, su testimonio, su mensaje lanzado a los medios.
He de reconocer que el testimonio de Carlitos, aunque en mi caso prefiero llamarle Carlos– ya es muy grande- ha motivado esa vuelta a las aulas, convirtiéndose en un espejo vivo donde han podido mirarse estos jóvenes universitarios que en ocasiones andan sigilosos, desmotivados, sin alicientes, seducidos por la rutina en ese dejarse llevar, como si tal cosa, mientras pasan los días, las semanas y los meses en un lento caminar que se puede hacer eterno, si no hay alicientes que le empujen a pelear y conquistar su sueño.