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Javier Ballesta

Acuse de recibo

La antesala del después

Cuando llegamos a estas alturas de junio, los bachilleres se emplean a fondo en la preparación de la Selectividad, la PAU (Prueba de Acceso a la Universidad), que será el punto final o de inicio, según se mire, para cerrar el balance de lo que ha sido el recorrido por ese Bachillerato inmediato y la apertura al nuevo mundo universitario. En estos días se cierra y se abren carpetas, desde ese escaparate tópico donde hasta el más lejano de los ciudadanos sabe que algo pasa con los chavales, por esa inquietud potencial que observamos en sus idas y venidas, en su ahínco manifiesto por devorar entre el día y la noche los temarios que ya han visto en sus clases y que ahora tienen que machacar entre la realidad y el deseo de llegar a la meta final. Son días donde hay que darle al flexo, a los codos y a lo que haga falta…, donde el tiempo se mide en largas estancias en bibliotecas humeantes de apuntes y fotocopias y salas de estudios que se han popularizado en barrios y pueblos complementando o sustituyendo los rincones de las habitaciones de los estudiantes. Al mismo tiempo, no hay que olvidar que el ánimo no les puede faltar a estos jóvenes dispuestos a entregarse, en cuerpo y alma, con intensidad platónica o hernandiana, a la ciencia y al saber, dando lo mejor que uno sabe en esos momentos que marcarán, sin duda, su historia personal. ¡Qué pena que este ritmo del deprisa, deprisa no se tonificara en tiempos estables y mucho más duraderos a lo largo de la Secundaria y en un Bachillerato más extensible¡
A veces pienso que no se aprovecha el potencial que tienen estos años de formación tan importantes. Es sorprendente, por ejemplo ver la descompensación entre cursos, materias y la progresión entre el esfuerzo y los resultados… Si se estudiara con el ahínco que se hace en estos últimos meses la cuestión sería totalmente diferente… Es una pena que no se hayan cambiado fondos y formas y sigamos manteniendo el acelerón del segundo de Bachillerato como antesala de la selectividad.
Sin embargo, estos jóvenes selectivos son los que abandonan, con cierta morriña, sus institutos; son los que se graduaron antes de ayer y al día siguiente, como si tal cosa, colgaron los trajes ceremoniosos y sus orlas en la percha, para pagar sus derechos de título y tasas de examen y con apasionamiento darle al asunto.
Cuando pase esta calentura y la memoria nos deje su sabor, estos estudiantes recordarán las cientos de anécdotas de su PAU que superarán sin dificultad. Ahora bien, sus resultados servirán para clasificarlos numéricamente y de este modo adecuarlos a sus preferencias e intereses profesionales donde algunos, quizás no lograrán encajar… ahí sí creo que está la verdadera trama de la Selectividad y donde las décimas y centésimas son la llave para elegir o no un camino que empieza en este momento.

El blog de Javier Ballesta

Sobre el autor

Articulista de Opinión del diario La Verdad. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. @javier_ballesta


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