Llega julio y aunque lleguen las rebajas no creo que estemos para gastar mucho, más bien estamos para recoger, aunque se tiren cohetes y tracas por los goles de la selección española que puede dar un toque multicolor y olvidadizo a los fondos que llevamos entre manos. En este mes de cierre, de final y de dar el carpetazo a muchos y variados asuntos relacionados con un curso que acaba o se quiere concluir tanto en la economía, en la política o con la educación hay que señalar que no todo el mundo anda entre vacaciones, como a veces se ha interpretado o se ha comentado. La frase aquella del vecino del quinto, con cierta ironía, «Qué de vacaciones??» haciendo relación a las escolares o universitarias, como si el cierre de aulas a cal y canto supusiera un parón de la actividad personal de los docentes no es un realidad total. Cada vez más julio es un mes intenso, acalorado y cargado de temas sin resolver o en proceso?como los miles de opositores que ahora, en el caso de Educación Secundaria, tienen su nueva oportunidad para revalidar lo que muchos hacen ya cada día, enseñar en aulas, resolver problemas y tener que apagar cien mil fuegos en un sistema que les hace pasar, de nuevo, por al aro, por esa carrera de fondo, donde la meta de ser funcionario está lejos, muy lejos y la oposición se vive como un nuevo calvario. No son pocos los que tienen que pasar por estas situaciones, vivir ese sinsabor y volver a ser aspirante, aunque en su vida diaria y laboral sea todo un resolvente de situaciones, de aprendizajes, ejerza como tal y luche por ello: sin embargo no basta, hay que pasar malos tragos, nuevos escenarios que para algunos estarán apolillados y carcomidos, porque la escasez de plazas es notoria y porque ya se saben el guión, la trama y hasta la moraleja de todo esta historia. Julio es tiempo de oposiciones, de trámites, de papeleo, de matriculaciones y de espera a ver si se puede cerrar el tema que llevamos entre manos. Cada año observamos cómo, en este mes, se cuecen situaciones fundamentales, personales…?
Por ello, una cosa diferente es que los escolares tiren la mochila y se lancen a esos ochenta días de paréntesis, por cierto demasiado largo para combinarlos con los trabajos y faenas que llevamos en las casas y en nuestro diario trabajo, de ahí que son muchas las voces que rompen contra ese calendario impuesto que cuestiona tanto tiempo de tener a la chiquillería entre ocio y asueto, mientras muchos piensan que aún está por resolver y encajar, en nuestra dura realidad, qué hacer con el tiempo de vacaciones escolares, porque sin duda hoy la sociedad vive de forma diferente a antaño, ya que el veraneo- por llamarlo del algún modo- y el descanso se hace desde otro ángulo, mucho más flexible, más corto y en función de muchas variables. Al final, creo que también la escuela tendrá que entrar en estos dimes y diretes.