El ministro Wert sigue dando que hablar y, de nuevo, fue noticia con la reprobación votada en el Congreso de los Diputados aunque sin éxito, por el cierre de filas de sus colegas populares que gracias a su celo embriagador cercaron la defensa de su gestión amparándose en más de lo que hay, en aquello del triunfo de urnas que, según se mire, puede servir para poco cuando se suspende en la reválida de la actualidad, donde la ciudadanía y los hechos hablan por sí solos.
Entre los gestos y hechos que hace unos días vimos en el Hemiciclo llama la atención que el propio ministro pasara olímpicamente de este evento, con la no asistencia al Congreso de los Diputados, aunque ya se encargó de manifestar que su reprobación era un artificio ideológico, porque su buen hacer seguía en los menesteres y reuniones comprometidas en su agenda. El titular de Educación tenía previsto ese día seguir con la ronda de contactos, en este caso con la Conferencia General de Política Universitaria, al igual que el día anterior lo hacía con los consejeros de las comunidades educativas para afinar la reforma de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa ( LOMCE) que por lo que se ve está totalmente desafinada y destemplada, no sólo entre la oposición, también entre algunos consejeros populares que no entienden algunas cuestiones de esta reforma.
Por ello aunque los votos del PP sacaran adelante la victoria de su ministro en la fallida reprobación socialista y de sus acompañantes, de nuevo la ocasión sirvió para adjetivar su gestión calificada como la de un ministro “ciego, mudo, sordo, despiadado y sin alma…” yo no sé si tanto… aunque sí es cierto que abundan la lluvia de críticas a su gestión y, sobre todo, al modo de enfocar los temas educativos y cómo los lanza a los ciudadanos. Una cuestión que hace que, para muchos, y no sólo los políticos que se subieron a las tribunas a adjetivar en la reprobación, lo califiquemos como un provocador intencionado que tiene el ordeno y mando, a la antigua usanza y que cuenta con el rechazo mayoritario de alumnos, padres, profesores, rectores de las universidades y sindicatos de la enseñanza.
Y es que la reforma educativa se ha convertido en un callejón sin salida, para el equipo del ministro quien en los últimos meses ha mantenido muchos contactos, pero sin acuerdo porque la mayoría no ve con claridad lo que pretende esta reforma.
No se vislumbra un consenso y parece que está lejos, no hay sintonía. No hay que olvidar, además que el escenario que tenemos hace aguas por los cuatro costados; en los docentes que están desmotivados por los recortes, la escasez de recursos… en los alumnos totalmente desorientados y en los padres que están sufriendo cada vez más las consecuencias de la crisis y también por muchos que, aunque no les toque y callen entienden que esta vuelta atrás, como la del Cuéntame, no es la solución para sacarnos del fango en el que estamos…
Acuse de recibo / Javier Ballesta / 1 de noviembre, 2012/
Twitter:@javier_ballesta