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Javier Ballesta

Acuse de recibo

¿Para quién son esas luces?

El tema de las luces en la navidad ha sido y sigue siendo un tradicional asunto sobre el que se han oído comentarios, a veces opiniones muy dispares y hasta ha servido para enfrentar a los ciudadanos. Sinceramente me parece una pasada iluminar a destajo las calles y más aún en estos tiempos de crisis y de falta de dinero para lo fundamental.

No entiendo cómo los alcaldes y concejales tienen a bien entrar y potenciar ese escenario tan majestuoso, aunque se diga que este año se ha bajado un veinte o treinta por ciento el gasto en iluminación,  el asunto es otro y debería ser analizado con rigor y tomar medidas.

En este sentido leo una Carta al Director, en La Verdad del 3-1-13- , escrita por CARLOS L. GARCIA  MURCIA  y escribe:

“….Hace unas noches, caminando hacia mi casa, observé la Gran Vía murciana llena de luces navideñas. Realmente está preciosa en estas fiestas, con todas esas guirnaldas de mil colores. Sin embargo, cuando miré a mi alrededor, no había nadie en la calle. No eran más de las once de la noche, pero la Gran Vía estaba totalmente vacía. Entonces me pregunté, quizás con crítico asombro, ¿para quién son esas luces? Y también pensé que quizás, en una época con tanta crisis, alguien se está gastando un dinero que no tenemos -o que hace falta para cosas más importantes – en unas luces preciosas, sí, pero para nadie”.

La soledad de las calles en la noche constrasta con el alumbrado excesivo y majestuoso que contaminan la mirada y nos envuelven en un poderío de ostentación y de querer aparentar, no ser menos, llegar hasta el rincón último o quedarnos con la visión de que tanto iluminas, tanto vales…de ahí que, en ocasiones, la apuesta por iluminar en determinados lugares, calles o plazas sea toda una conquista anunciada para contrarestar, eso dicen, el desánimo, la tristeza, la falta de alegría y para combatirla el mejor reclamo es tirar bombillas para que nos animemos, para que seamos mucho más felices, para que compremos más, mucho más...¿pero quién decide todo esto? ¿los comerciantes? ¿los grandes de los grandes? ¿las autoridades locales? ¿quién manda en la luz? sin duda los que pagamos la factura del alumbrado, con nuestros impuestos.

En estos tiempos de pobreza, de paro y de crisis es un gesto que no se debería permitir y deberíamos renunciar a estos despilfarros que son una práctica excesiva y redundante de derroche  en un país, en una ciudad que debería practicar otras iluminaciones más solidarias, menos presuntuosas y mucho más acertadas.

Que este año nuevo sirva para revisar y darle una vuelta de tuerca a estas decisiones que tanto mal hacen a una ciudadanía que necesita otra luz, mucha más luz pero no artificial, necesitamos que nuestra actuaciones estén iluminadas con más sentido común y con más consenso, mucho más porque hay que sacar de donde no hay  y en esta tierra tendremos que simplifcar, reducir y descubrir el valor de la sobriedad, la mesura, la simplicidad  ….

Necesitamos menos luz artificial, más oscuridad y …mucha más reflexión para este nuevo 2013, este sería mi deseo en estos primeros días del nuevo Año para todos.

 

 

El blog de Javier Ballesta

Sobre el autor

Articulista de Opinión del diario La Verdad. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. @javier_ballesta


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