Una vez más conocemos los informes de la Evaluación PISA de la OCDE realizados en 2009 y que ahora salen a la luz. Cada tres años se estudia el saber de los alumnos de 15 años, en esta ocasión en 65 países, con sus conocimientos sobre lectura, matemáticas y ciencias. En todas ellas, se muestra la emergencia también de Asia en educación y, a diferencia, España sigue por debajo de la media, aunque al parecer el sistema funciona mejor en contextos desfavorecidos, pero falla en cuanto a la excelencia. Entre las ideas clave que se desprenden del informe; la primera es que necesitamos mejorar, aunque se recuperen los datos del 2006 aún estamos a 12 puntos de la media del resto de países. Se constata que los países que estaban en la cola siguen estando y los alumnos catalanes superan en lectura al conjunto de España y de la OCDE. Del mismo modo se destacan dentro de nuestro país, las poblaciones del norte, sobre el sur.
Y es que este informe viene a ser, como el termómetro que marca el grado por donde se encuentran los estudiantes que en el caso de nuestro país están a bastantes metros por debajo del cielo, aunque la película nos diga lo contrario, ya que la realidad se encarga de pasar factura a un sistema educativo que no está dando buenos frutos, más bien sigue estancado y haciendo más de lo mismo. Al parecer la mejora no debe ser cuestión fácil, sin embargo estos resultados nos evidencia una tendencia estabilizada, algunos la califican de mediocridad, donde por lo que se observa se mantienen los mismos síntomas de hace algunos años. Esta permanencia en el mismo lugar, por los resultados cosechados ha hecho que aunque no se suspenda, se mantenga un aprobado sin demasiadas aspiraciones.
Hay que reconocer, como señala el Ministerio de Educación, que el sistema educativo español se ha ido enfrentando a la llega masiva de inmigrantes, ahora están en el 10%, y las diferencias entre el alumnado autóctono y el extranjero es significativa y son mayores que en el resto de países por lo que tendrá que mejorar en la atención de esta población. Del mismo modo es el nivel socioeconómico y cultural de los alumnos y de los centros un condicionante, al igual que el elevado número de repetidores con un 36%.
Y puestos a tomar nota, una vez más se observa que nuestro sistema educativo, en esa edad, es decir en el segundo ciclo de la ESO, debería ser mejor, por lo que habría que revisar los contenidos y la organización de las asignaturas, así como la formación a grupos de alumnos en función de sus capacidades, motivaciones e intereses. Del mismo modo habría que potenciar que los centros educativos tuvieran mayor autonomía y cultivar una política de formación y selección del profesorado que primara su alta cualificación profesional. Por lo que vemos no se puede bajar la guardia.