Ya estamos en abril, un nuevo abril que se abre paso entre el discurrir de un año desgraciado cargado de malos derroteros, donde no se le ve la salida a este laberinto y de nuevo seguimos, como hace días, semanas, meses y años con las mismas cantinelas, retomamos los mismos decires, sentimientos que se amontonan ante un horizonte que pinta mal, aunque queramos disfrazarlo de promesas incumplidas, moralinas entresacadas de la chistera de los que siempre mienten, aunque lo disimulen, pero a la postre ya se sabe que dicen poco y callan mucho, aunque disimulan, como si fuéramos ingenuos chiquillos que todo se lo tragan y a los que se le puede engañar.
Y es que la crisis- ¡maldita palabra¡- no sólo ha agujereado los bolsillos, también el corazón y el alma, no deja de fustigarnos en lo más profundo y no sólo nos deja inmovilizados, como estatuas, sino que además nos va ahogando en el mudo silencio, con una afonía permanente que nos va dejando morir en el intento, en el no poder, mientras miramos a la calle, en vivo y en directo cómo se levantan cada vez más situaciones que nos preocupan, nos inquietan, nos irritan y nos quitan la serenidad porque se amontonan y se pegan a la piel que habitamos los sufridores de las historias de la actualidad.
La nueva primavera no nos trae buenas noticias, se sigue hablando más de lo mismo; de paro y de economía, todos los días, a cualquier hora, siempre la misma letanía y por si fuera poco de la corrupción, del fraude…¡ qué disparate¡ y es que no andamos los ciudadanos con el ánimo para afrontar tantas carpetas abiertas al mismo tiempo, mientras no paramos de reiniciar en este aquí y ahora complejo, confuso, donde los datos vuelven a ponernos entre las cuerdas, basta mirar los datos del último barómetro del CIS de marzo, el primer puesto es- era de esperar- para la corrupción que crece a pasos agigantados como preocupación de los españoles, la mitad de los encuestados cifró la corrupción y el fraude como una sus preocupaciones, hasta convertirla en la segunda mayor zozobra del país, por detrás del paro (81,6%).
Al mismo tiempo, no parece que mejore la percepción que tenemos sobre el futuro mediato, porque la encuesta revela además que los españoles somos bastante más pesimistas que antes, cuando nos preguntan por el futuro de la situación política y económica que hace un año, es decir vamos cuesta abajo.
Se dice ya que “los políticos en general” han pasado a ser un tema de preocupación sobre el que cada vez más se cuestiona su papel y función, por lo que habrá que ver en qué acaba todo esto y qué medidas se toman regenerar inercias, abrir posibilidades al cambio y retomar el pulso de los ciudadanos para salir del agujero,no basta con reconocer el pesimismohabrá que apostar por dar el salto.
Acuse de recibo /jueves, 11 de abril de 2013 / @javier_ballesta