Una vez más cumplieron su compromiso y pasaron unas horas con nosotros dejándose ver y sentir en una larga noche mágica, donde las ilusiones y deseos se confunden con la realidad. De nuevo, estos legendarios e incombustibles Magos de Oriente han entregando su generosidad, aunque alguien me dijo que en los últimos momentos tuvieron que hacer de tripas corazón para seguir siendo fieles a sus creencias y no arrojar la toalla, dejando su visita para el próximo año. Al final, de nuevo, cansados y fatigados apostaron por visitarnos, acercarse a los suyos y seguir ofertando su generosidad. A ellos, por su veteranía y larga experiencia no se les escapa nada y saben muy bien que la tierra que visitan no está pasando unos buenos momentos, porque saben, de primera mano, cómo van las cosas y los problemas que tenemos. Por todo ello quisieron llenar de bondades y de paz el sentir de muchas familias que sufren la crisis económica y que desconfían de sus gobernantes. Una realidad difícil, compleja y paradójica donde no hay sintonía, ni diálogo suficiente entre los sufridores y los políticos, mientras el país bosteza entre recortes y tijeretazos, subidas de precios escandalosas y sigue aterrorizado por el fantasma del paro que no cesa.
Ya saben los Reyes que no están los ánimos para tirar muchos cohetes y que estas navidades han sido bastante flojas, que han estado muy crispadas y cargadas de mucha incertidumbre en todos los frentes y algunos dicen que lo peor está por llegar. Ellos, por su larga experiencia, saben que no están los tiempos para derrochar, ni malgastar. Saben que el oro escasea y que está caro, que el incienso no perfuma lo suficiente porque lo han adulterado y que necesitamos mucha mirra para superar el día a día que tenemos y sobre el que tendremos que levantar el vuelo. Los Magos saben que esta mala racha tiene sus efectos en los sentimientos de muchos ciudadanos que vemos cómo todo se relativiza y se vuelve etéreo, mientras no se ve un horizonte que nos serene la mirada. Sin embargo estos Reyes que no tienen color político ni económico siguen apostando por acercarse a cada uno de nosotros, sobre todo a aquellos que más lo necesitan, sin distinción de ideas, clase social, ni edad, aunque su pasión siempre han sido y serán los más pequeños, los desfavorecidos, los que no tienen salud, todos aquellos que siguen creyendo que hay que seguir apostando por una ilusión, por el corazón y los sentimientos.
Esperemos que la visita de nuestros queridos Reyes, aunque esta vez más tristes que otros años, nos devuelva en su silencio mágico el poder de cambio para que podamos recobrar el sentido a lo que vivimos y que nos ayuden a mirar a esa estrella que brilla en el interior de las personas, donde se encuentra el verdadero sentido de su luz y es el que nos guiará en este oscuro túnel que estamos atravesando.