Me ha impresionado en sentido positivo y es de destacar el amplio despliegue mediático en torno a los Goya de este año, por aquello de recaer la mirada en la película de David Trueba que consiguió seis premios, en ese “vivir es fácil con los ojos cerrados” y fue el triunfo orquestado y sin pretenderlo del canto a lo cotidiano, a la sencillez de las historias que protagonizan personas de la vida corriente, dedicadas a su oficio y a su empleo con toda la normalidad. He de reconocer que no soy amante de estos eventos, me cansan por aquello de repetir ante cada Goya la nominación y ese guión tan cantarín, amén de otros prolegómenos que redundan en repetir y repetir; sin embargo pude sintonizar con algunos momentos y leer al día siguiente cómo en este y en otros periódicos se destacaba la entrevista a David Trueba y a Juan Carrión “alma mater” de la historia que cuenta el cineasta, ese profesor de inglés que también estuvo presente esa noche, en primera fila y fue testigo directo de la emoción.
Por ello, en esta ocasión y gracias a que no fue el ministro- ¡los Goya sin Wert¡- se pudo rescatar el sentido común, valorar la presencia de los auténticos protagonistas y subrayar esos gestos que nada tienen que ver con la política, menos mal. ¿Se imaginan la que se hubiera montado en ese auditorio entre discursos y antidiscursos, quizás abucheos o griteríos sobre lo que dijera el ministro de cultura? Por eso, a la postre, muchísimo mejor la ausencia intencionada, aunque justificada por su parte con aquello de no poder partirse en dos… ¿a estas alturas habrá que creérselo?
El nombre de Juan Carrión sonó mucho a lo largo de la ceremonia de entrega de los premios Goya y a él le dedicó David Trueba el Goya al mejor Guión Original, dijo bien cuando se refirió a que “España es un país rico en cierta gente que no tiene ninguna visibilidad y en eso somos responsables la gente del cine y de los medios, la gente humilde que hace bien su trabajo, que son honestos, que están siempre mejorando” poniendo como ejemplo a Carrión” y concluyó afirmado que “ es la gente por la que hay que trabajar”, a este director se le sumó el actor Javier Cámara quien emocionado, también se sumó a la merecida dedicatoria al profesor y a todos los docentes, para todos y para cada uno, para los que han transmitido la búsqueda de la excelencia, sin duda un gran capotazo que llegó al público con una gran dosis de optimismo.
Y es que la profesión de la enseñanza necesita, de vez en cuando, tomar impulsos y subir esa autoestima que denota la falta de valoración que reciben aquellos que se dedican a formar a los estudiantes. Los Goya lo han conseguido, mucho más que el ministro, esperemos que siga la racha, mi más enhorabuena.
Jueves, 13 de febrero, 2014/ Acuse de recibo / Javier Ballesta / Twitter: @javier_ballesta