Ante el nuevo episodio electoral que padecemos, una vez más y ahora con mucho más ahínco que nunca, son demasiadas las voces que reconocen que los políticos sirven poco a los ciudadanos y lo dicen en las encuestas de los medios, en las cuatro esquinas y en los sentires de muchos que cada vez más afirman -y no se esconden- que pasan –como se oye- de la política y de sus políticos. En especial los universitarios, los jóvenes que votarán por primera vez y los que ya lo hicieron pero siguen viendo, como diría Julio Iglesias, que la vida sigue igual.
Al parecer, con los años se baja la guardia, la indiferencia y en estos malos momentos, aún más porque, ni política, ni políticos, es la falta de trabajo, el paro el principal problema que ronda la cabeza de todos los ciudadanos, de los que se han ido a engrosar las listas de desempleo y los jóvenes que estudian, se preparan y, a la vez, sienten sobre su cabeza el peso de esa áspera incertidumbre a la que nadie da respuesta. Esta preocupación económica hace que se note en el ambiente un cierto sentimiento de inquietud, de intranquilidad y de turbación. Los datos publicados reflejan el sentir de muchos, como ya sabemos, según el CIS, el paro sigue a la cabeza de los principales problemas para la población española. Sube más de un punto respecto al sondeo anterior (del 82,4% al 83,9%) y se coloca como la cifra más alta de los últimos diez años. Al mismo tiempo, el 79,2% de los ciudadanos califican la situación de la economía española como mala o muy mala y son muy pocos, apenas el 20% de los españoles cree que la situación dentro de un año será mejor, por el contrario son más de las tres cuartas partes del personal quienes piensa que la vida será igual o mucho peor, ¡qué fuerte¡
Ante esta realidad innegable, son muy pocos los que tienen fe ciega en «la clase política» y en sus gobernantes, esta preocupación no llega al 18% y el ciudadano cada vez más, se distancia, pasa y reconoce que los políticos sirven poco y se sirven del cargo, aunque ahora se afanen por explicar, decir y hacer kilómetros en busca del voto.
Toda esta operación de maquillaje electoral sobrevenida y redundante, bien podría reducirse o simplificarse. Propongo que si tenemos que tener estos episodios y gastos electorales cada cierto tiempo habría que unificar más los esfuerzos y elegir o votar de un plumazo al alcalde, al presidente de la región y a los diputados y senadores, de forma seguida, en el mismo día y en la misma hornada. A veces siento vergüenza ajena, al pasar por debajo de los rostros maquillados de los políticos que cuelgan en las alturas y me pregunto hasta cuando seguiremos soportando tanto gasto multicolor, mientras tenemos tantos problemas graves que no se resuelven ¡qué escándalo¡.