En un acto multitudinario celebrado el pasado martes, José Orihuela Calatayud fue proclamado rector de la Universidad de Murcia, ante los representantes de la comunidad universitaria, los políticos regionales y locales, amigos y ciudadanos que le acompañaron y otros que estuvimos siguiendo el acto a medias, por la retransmisión que la televisión universitaria realizaba en directo, desde su web. Los discursos de Cobacho y de Orihuela, a mi modo de ver se complementaron y fueron la cara y cruz de una moneda de cambio valiosa, sin duda. Por momentos, tuve la sensación al escucharles, de la enorme proyección, del gran valor y la transcendencia que tiene representar y llevar adelante el gran proyecto universitario, al tirar del carro como decimos, de la Universidad de Murcia, con sus 35.000 estudiantes y miles de profesores y personal de servicios. Mucho mérito, en el caso del rector saliente, estar ocho largos años ahí, de frente y capeando el temporal, nada fácil imagino.
El rector Orihuela elogió el trabajo de su antecesor, José Antonio Cobacho, y su equipo por el esfuerzo dedicado a la institución durante esos años y, a pesar de las diferencias de criterio en la gestión que quedaron patentes en la campaña, con algunos momentos de tensión visible, ya el nuevo rector dejó claro que no pretende llegar al rectorado «a represaliar a nadie, ni a pedir cuentas de la gestión anterior. Si se hubiera cometido algún error, nuestra misión es perdonar». Es así, como hay que iniciar una andadura, con paso firme, desde la sinceridad del nuevo abordaje y con el corazón en la mano.
Y creo que también lo tendrá difícil el nuevo rector, porque con la que está cayendo no son tiempos para ganar victorias, me gustó que dijera aquello de ser «el rector de todos, que nadie lo ponga en duda» y que cuente con todos, no solo con su programa, sino también con algunas de las ideas presentes en los programas electorales de las tres candidaturas que compitieron en los comicios electorales universitarias. La idea es estupenda, esperemos que se realice esa comunicación para unir a una universidad que necesita avanzar unida, sin oposiciones internas, que necesita encarar el presente y el futuro solucionando los problemas que sufre la educación pública, no sólo de recortes, también de desánimo, desmotivación y falta de arranque para cambiar inercias.
El discurso de Orihuela yo lo vi denso, reflexivo y práctico, combinó la intención y el deseo con el aterrizaje en proyectos detallados, quizás demasiado pero no está nada mal que “el sueño colectivo” de este nuevo rector se concrete. Un discurso donde se comprometió a negociar aunque, advirtió que lo hará, «pero no con monedas de subordinación, sino con el poder de la razón y la justicia». Al mismo tiempo, el rector se comprometió a rendir cuentas a la sociedad y a toda la comunidad universitaria, ante la intuición y el deseo de que ese “sueño” se convierta en realidad.