“Lo esencial es invisible a los ojos” (El principito)
El pasado sábado 21 de mayo nos dijiste adiós sin despedirte, nos dejaste sin apenas darnos tiempo de saber de ti, de preguntarte, de verte… porque muchos te llevamos en el pensamiento, y te veíamos como siempre fuiste, con ese toque especial que te hacia ser diferente, distinguida y discreta, cercana y ausente, suprema y sencilla en la mirada, en los gestos, en el calor de tus ojos, en la grandeza de tu alma. Como siempre ocurre, cuando llega este momento, estábamos en nuestros asuntos y en nuestras historias y de repente se rompió la tarde y nos sentimos derrumbados, al recibir la mala noticia, como si nos hubieran golpeado fuertemente. Por momentos, nos sentimos envueltos en un gran nubarrón oscuro que envolvía nuestros pensamientos, la tristeza se encargó de acampar entre todos tus amigos, entre tantos y tantos que te querían, te respetaban, te admiraban. La grandeza de Pepa resplandeció en aquella tarde de domingo, convocados en esa sala repleta de amigos, familiares, alumnos y profesores, reunidos para darte un último adiós y sentirte cerca; nos dejamos llevar de la mano de tu hijo que nos dejó impresionados por su sinceridad, por traer ese sabor a ti, como escuchar las voces de tus queridos Paco y Blas que, con valentía y sobreponiéndose al llanto y a la emoción, nos entregaron su aprecio, vivencias, sentimientos. Allí, tu querida María, discípula y amiga, nos leyó aquella historia de Caperucita, la cometa y la niña que quería ser maestra: tres caras de una vida , legado autobiográfico y pedagógico donde se resume el sentir de tu amor por la enseñanza y, por esos jóvenes a los que formaste, desde el interior, desde los sentimientos, con respeto y entrega. El sentido de tu lucha era el ser, no la apariencia. Tu verdad era distinta y diferente, porque no se quedaba en lo accesorio, era fuerte y débil a la vez, incierta pero sublime y, por encima de todo, supiste sacar de los jóvenes sus miedos y dudas, sus ilusiones y proyectos…fuiste la maestra, amiga y madre que llevó a más de uno de la mano, pasito a paso en su itinerario personal.
Ahora, cuando la ausencia nos acerca aún más, y los días son recuerdos infinitos sabemos que seguiremos teniéndote presente entre tus compañeros y alumnos del IES “Salvador Sandoval” de las Torres de Cotillas que nunca olvidaran a esta gran docente que dejó una huella profunda y viva entre su comunidad educativa.
(Publicado en el diario La verdad , 29, mayo, 2011).