Hace unos días los docentes tuvieron una cita en las urnas para votar a sus representantes como lo vienen haciendo cada cuatro años y, al final la Consejería de Educación ha tenido que plegarse ante su intención de acortar el tiempo de disponibilidad para ejercer el voto dando esas dos horas de libre disponibilidad a los profesores, para ejercer ese derecho como ya venía siendo tradicional en pasadas convocatorias. La jornada, sin duda tuvo su importancia porque estaban llamados casi diecinueve mil maestros y profesores de la Región de Murcia, de los que un porcentaje significativo tuvieron que desplazarse para votar y ejercer su derecho, por lo que hubo que dar tiempo para poder participar en las elecciones. De este modo, los sindicatos aplaudieron esa “marcha atrás” de la Consejería recordando que los permisos que pretendían recortar llevaban más de diez años en vigor y, además poco o nada afectan dos horas al derecho a la educación de los alumnos.
Y es que, en mi opinión estamos olvidando que hay que tomar las decisiones con más sigilo, menos impronta y favorecer que los acuerdos previos y el diálogo mantengan la serenidad. Sin embargo, en los últimos tiempos abunda todo lo contrario y tiramos demasiado de la normativa, de la orden, de la improvisada letra pequeña que nos incomoda y no se pacta como debiera ser y de este modo creo que levantamos ampollas, donde hubiera sido deseable hablar antes las cosas y no imponer de forma frontal, ese, en mi opinión, no es el camino…
Son muchos los ejemplos que nos llueven, en los últimos tiempos abundan situaciones parecidas que no favorecen en nada a remediar este “malestar docente” existente, por cierto un término bastante añejo que asumimos en la jerga pedagógica de este país y que cada vez más va en aumento, mientras nos saltan las alarmas de que esto no funciona, no vamos bien y cada vez las cosas se complican, porque las hacemos complejas y no se resuelven los problemas. Ante esta evidencia, por ejemplo, algunos piensan que la solución o la varita mágica para remediar los males que acechan a la educación está en sacar órdenes nuevas, decretos, leyes o normativas diversas, ejemplificantes que pregonan más control sobre los docentes, para que sean evaluados y puestos en su sitio o se encasillen un poco más de lo que están y, así se garanticen mejores resultados para el sistema, la maquinaria y el engranaje pedagógico…. Y, vemos de nuevo más de lo mismo, otra vuelta de tuerca, a ver si así demostramos que apretando a los docentes somos más eficaces, que podemos competir en la carrera que nos lleva a subir peldaños, a estar en mejor posición en los rankings.
Cuando escribo estas palabras, acabo de recibir un libro de Juana M. Sancho y Fernando Hernández, se titula “Maestros al vaivén”, muy oportuno, va sobre repensar la profesión docente en la actualidad, donde cada vez más el trabajo se hace complejo ante tantos frentes abiertos y a los que hay que responder con exigencias, con total disponibilidad y sin olvidar que hay que aguantar- y mucho- ante el temporal que se avecina.