Hace ya algunos días, de nuevo el pleno de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) discrepaba con el ministro Wert al aprobar el acuerdo por 57 votos a favor, cinco abstenciones- la mayoría de universidades privadas- y el no de la universidad privada madrileña Camilo José Cela, por el que los centros universitarios no ofertarán grados de 3 años hasta el curso 2017-18. Esta moratoria, bastante lógica pone de manifiesto de nuevo que hay que andar pausadamente, si de lo que se trata es de cambiar o modificar lo andado. En este sentido, el rector de la Universidad Complutense de Madrid, José Carrillo, consideraba “un plante” al ministro como el que protagonizaron en 2012, cuando se levantaron de una reunión para mostrar su rechazo al decreto que posibilitó la subida de las tasas universitarias.
A mi parecer, creo que de nuevo se ha puesto encima de la mesa el desencuentro evidente entre lo que se quiere desde las alturas y lo que consideran que tiene que ser desde abajo, por los responsables universitarios, mucho más cercanos al aterrizaje y a la práctica. No se debe cambiar a toque de corneta, de decreto, a toda prisa y sin favorecer acuerdos previos. Es cierto que el modelo de grados y máster, el actual 4+1, quizás no sea el ideal, pero es el que impera y sobre el que se invirtieron muchas horas en su puesta en marcha y tampoco se tienen datos de su evaluación, por ser reciente la salida de sus egresados. Al mismo tiempo, puede ser que el modelo 3+2 sea el que se imponga, pero habrá que preparlo y esto no se hace en cuatro meses, aunque algunos avispados no dudarán que todo es posible, si el beneficio es considerable. Por ello, se hace imprescindible que las universidades dediquen este plazo de moratoria a realizar distintos análisis: sobre los flecos del plan Bolonia, el tema económico y sus efectos sobre las tasas de los estudiantes y, sin olvidar cómo explicar la necesidad de este cambio a los estudiantes y a sus familias, sufridores de esta película; a la vez que sería deseable que las titulaciones tengan la misma duración en todos los campus españoles y que se evite, a ser posible la “ley de la selva” que haga una diferenciación en tiempos y duración de los estudios.
El hecho de pasar de un modelo 4+1 al 3+2, aunque ambos suman cinco no da lo mismo que esa transformación se haga con remiendos que con aciertos, porque de lo que se trata es de afinar, mejorar y no cambiar porque lo digan. Sería deseable aprovechar este tiempo para revisar lo andado, aunque mucho me temo que no estamos en buen año, el país se tambalea por muchos frentes y las universidades tienen graves problemas, a los que tendrá que ir dando respuesta de forma ordenada, sin prisas pero sin pausa.