Ya estamos en este mes ansiado y añorado por muchos, aunque otros tantos ya lo tienen tachado del almanaque, más por lo desafiante que por lo motivador que pudiera ser. Un año más, uno menos, en el que abrimos el paréntesis y nos decidimos a sentir aquello de estar acariciando sus días, como antaño; aunque con muchas diferencias importantes que se acrecientan cada vez más.
Por un lado, para algunos las vacaciones ya no son lineales, no tienen tantas semanas seguidas y se han convertido en un tiempo mucho más corto, combinado y zigzagueante que busca más la diversificación y la posibilidad, desde una economía maltrecha y pendular que, como vemos, es la que condiciona y manda. Además, y a la postre, este año como sabemos por ayer mandan los mercados, los dineros y la política se arrodilla sin rechistar, ante esta presión tan descarada.
El fuerte rugido de la economía y su incertidumbre difuminan un horizonte a cortísimo plazo que nos tiene preocupados, encandilados y en permanente vigilia. El eco de los índices económicos tambalean los sueños de los políticos y sus proyectos, sus ideas y ambiciones como el tornado que levanta, de cuajo y arrasa, las poblaciones que en ocasiones vemos en la tele. Los tsunamis ya no son sólo atmosféricos, se levantan desde los entresijos financieros que se entrecruzan y tejen la telaraña mundial de la globalización, aunque pensemos que estamos seguros en el pueblo, al borde del riachuelo entre el trino de los pájaros. No hace falta estar en Estados Unidos, en Berlín o Bruselas, para sentir el rebufo de los amos del mundo, desde nuestra casa.
Y ante este escenario, el rugir de las olas, de la tarde callada quizás nos serene en este laberinto que se avecina, donde muchos pensamos más en la que nos viene encima que en la plácida sensación de parálisis, silencio y asueto de este mes. Muchos, más de lo que pensamos, seguimos pensando que este agosto es distinto, no parece igual, tiene un cierto aire de duda, no es de fiar…
Y otros, ¡qué ilusos¡ se afanan en tener ya la llave del próximo otoño, dicen que se ha despejado el camino para llegar a resolver el mal político que padecemos en este país, que la alternativa es Rubalcaba o Rajoy, que son ya muchos los pasos dados y las estrategias planificadas para llegar, de nuevo a esa Moncloa ansiada, desde donde se gobierna… sin comentarios…Lo que más siento es lo muchísimo que tendremos que aguantar en los próximos meses. Animo libremente a desafiar estos discursos maximalistas, a dejar de seguir estos mensajes y apostar por comprender mucho más y mejor lo importante, de lo accesorio. Discernir entre lo primero, de lo secundario, y de aquello que nos debería preocupar y que no llegamos a ver, a sentir o a remediar puede ser una buena terapia para encajar este mes, antesala de la vuelta incierta que se avecina.