Quizás pase su nombre a la historia de la Educación por ser uno de los ministros más desacertados del gremio, al menos su popularidad ha estado siempre por los suelos, pero además muchos lo han visto demasiado desatinado en sus juicios y, además ha sido muy prepotente como prueba su buen hacer en montar rifirrafes, tormentas y polémicas contra el sentir de una ciudadanía que ha visto cómo este político ejercía su ordeno y mando, con ciertas sinergias, por llamarlo de algún modo, más próximas al absolutismo que a la búsqueda del consenso. Sus patinazos públicos lo han demostrado, no ha sabido estar a las alturas de las circunstancias, ni ha querido escuchar a muchos que le han dicho que la educación no es un saldo, una mercancía de compraventa, que el todo cien no funciona y sin embargo, erre que erre, su empeño lo han llevado siempre a montar cirios y levantar ampollas.
El relevo del amigo Wert hace meses que estaba sobre la mesa de Rajoy, dicen que a petición propia, pero ha tenido que esperar, aguantar y no cesar en su empeño. Ahora con una rapidez asombrosa, pero totalmente fuera de lugar, pues el cambio se tendría que haber realizado muchísimo antes, decide el presidente de Gobierno cambiarlo sin que se note mucho y de “puntillas”. No entiendo ni comparto el modo de hacer de Rajoy, porque a las diez de la noche, cuando este país está cenando y viendo la tele, decide sin comparecencia pública –imagino por el miedo a la rueda de prensa- y tras haber enviado el decreto vía correo electrónico al Rey hacer pública la decisión a través de una nota informativa. Sin más, totalmente penoso.
De nuevo, el presidente ante las críticas por el modo de informar, fiel a su ironía que le caracteriza señalaba aquello de “Si quiere usted, a partir de ahora lo haré a las doce de la mañana” y aún más decía aquello de que “realmente no le parece el tema más importante de la historia”. Por supuesto que el relevo del ministro no es un tema de Estado, pero creo que no son modos para cambiarlo como lo ha hecho. Las cosas hay que hacerlas mejor, al menos con más información y no a la francesa, aunque Wert se quiera ir a París. Este país sabía que el relevo al frente de la cartera de Educación, Cultura y Deportes era una petición hecha de antaño, con justificación y con mucha insistencia por muchos, desde docentes hasta artistas, músicos, cineastas, pasando por familias y alumnos, becarios, premiados, universitarios, etc…sin embargo su relevo nunca se forzó por no bajar la guardia a esa presión social, todo al contrario había que seguir con la estrategia y la obediencia de la consigna, la fortaleza era la razón de seguir ahí dando caña, al pie del cañón levantando España.
Ahora, cuando París vale más que la Lomce y los deseos de promoción personal son más fuertes que los arrebatos ministeriales y- también hay que decirlo- antes de que todo se pueda complicar y vayamos a ver qué pasa -si se puede, habrá pensado el susodicho, mucho mejor salir por la puerta trasera del palacio, soltar la cartera con la carcajada de rigor y entre sonrisa profidén salir cuanto antes de viaje. Sin duda la jugada de “las razones personales” ha sido perfecta, además se le une que su petición es doble: ser embajador ante la OCDE, en la France, al lado del Sena para recibir el premio por sus servicios prestados y, a la vez, el dos por uno, hacerlo en París, junto a su media naranja, donde quiere cumplir aquello del “ A vivir que son dos días” ¡todo un ejemplo para la historia!