Este año nos hemos metido en la Navidad sin preámbulos, no hemos podido digerir aquello de que cada tiempo tiene su afán, quizás sea por la vorágine que nos rodea o las vicisitudes propias y ajenas que abundan, entre el diario ajetreo que cada uno llevamos y el oscuro panorama que nos acecha. De repente, sin mucha espera hemos aterrizado en las fiestas navideñas, fechas para muchos señaladas, respetadas y con hondos significados; para otros también, pero menos y quizás con sentidos muy diversos y hasta contradictorios; los hay para todos los gustos, todas las ideas, pensamientos y creencias. Sin embargo, este año tengo la sensación de que las navidades vienen con otro cantar diferente, con nubarrones y tormentas, con muchas grietas y fracturas que rompen la paz y la armonía, la serenidad y la alegría por culpa de esta crisis que sigue y seguirá pasando factura.
Mucho se habla de la que nos viene encima, siempre mirando a la economía y a los problemas derivados de ella que son lo más importante, por encima de las promesas incumplidas o de los deseos de quienes nos gobiernan. Ante este nuevo escenario o viejo, según se mire, los políticos siguen planteando mensajes que intentan titular, proyectar y lanzar como dardos iluminados, para que la ciudadanía los acoja, aunque ya muchos discuten si todo ese alarde de artificio semántico no será más de lo mismo, o encubrirán muchas incógnitas que se irán destapando, cuando proceda o el protocolo lo indique.
En estos días Rajoy nos tiene en ascuas, muchos son quienes piensan por dónde empezará la tijera, con qué filo tendremos que sufrir los recortes que se vaticinan y que todos esperamos, unos más que otros, sin duda, pero que se siente en el aire que respiramos. Los primeros mensajes del nuevo presidente quieren tranquilizar a los ciudadanos, en el día de su investidura nos dijo que queda mucho por hacer, que hay que ser perseverantes, que estemos juntos, pero no revueltos, que nadie sobra aquí, que habrá que apostar por ideas y buena voluntad, que hay que hacer mucho más, por menos… Mensajes que salieron del nuevo presidente elegido y que son el aperitivo del aterrizaje y de los miles de interrogantes que nos hacemos los ciudadanos.
Esta incertidumbre que vivimos se proyecta en un sentimiento que no sabe interpretar aquello del “Próspero Año Nuevo”, porque a tan sólo días del 2012, no sabemos por ejemplo, qué subirá o cuánto se recortará el sueldo, o si habrá oposiciones para estos jóvenes universitarios sobradamente preparados (generación JASP) donde más de la mitad están si conocer su primer empleo…y lo que sí sabemos es que no será fácil tirar hacia adelante y que necesitamos mucha y buena voluntad, de la buena, por eso aprovecho hoy, desde esta columna, para felicitaros la Navidad, deseando que sigamos mirando a la Estrella, para que nos ilumine y alumbre en nuestra decisiones.