Ya saben los Reyes Magos  que por estas tierras no estamos para tirar mucho y menos aún ahora, con todo el maremágnum combinado de crisis que aflora en todos los rincones y que vemos en la calle, en el rostro de algunas personas y hasta en los saludos que en otros momentos fueron muestra alegre de buenos deseos, felices o no, pero que al menos se proclamaban en las calles y plazas.

Ahora, con esta crisis tan machacona, nos hemos vuelto más solitarios, individualistas y hasta pasamos de soslayo por esas expresiones tan añoradas referidas a las felices pascuas, al feliz año nuevo, o a esos felices reyes que sonaban por doquier. Este año he notado más silencios, menos jubileo como el de antaño, aunque tengo la certeza que lo esencial, como diría El Principito, es invisible a los ojos. Y de esos saben muchísimo esos tres reyes magos que año tras año cumplen su promesa y se dejan caer por estas tierras que necesitan recuperar sus ilusiones.
Los Magos conocedores  de que esta mala racha tiene sus efectos en los sentimientos de muchos ciudadanos que vemos cómo todo se relativiza y se vuelve etéreo, mientras no se ve un horizonte que nos serene la mirada, no han pasado de largo, han vuelto a visitarnos y anoche sin fallar se detuvieron como siempre hacen.

Estos Reyes que no tienen nada que ver con los monarcas al uso, sin color político ni ideológico siguen apostando por acercarse a cada uno de nosotros, sobre todo a aquellos que más lo necesitan, sin distinción de ideas,  etiqueta social, ni edad, aunque su pasión siempre han sido y serán los más pequeños, los desfavorecidos, los que no tienen salud, todos aquellos que siguen creyendo que hay que seguir apostando  por una ilusión, por el corazón y los sentimientos.
Por eso, me alegra comprobar, cómo una vez más cumplieron su compromiso y pasaron unas horas con nosotros dejándose ver y sentir en una larga noche mágica, donde las ilusiones y deseos se confunden con la realidad.  Y es que estos legendarios e incombustibles Magos de Oriente  siguen apostando por la calidad en su trabajo bien hecho que consiste en dar con mucha generosidad, y  entregar todo lo que tienen sin pensar en que se les vacíe la despensa, porque saben que  no es la cantidad lo que prevalece,  el mucho tener sino el poder de un gesto, de una mirada, de un abrazo, de esa chispa mágica que nos llena.
Esperemos que la visita de nuestros queridos Reyes, aunque esta vez más cabizbajos que otros años, nos traiga el poder de cambio, que podamos recobrar el sentido a  este presente incierto que vivimos y que nos ayuden a encarar este nuevo 2012  con mucho empuje y grandes dosis de paciencia, sin perder el ánimo y estando a la espera, sin bajar la guardia, confiando en que se puede recuperar esa ilusión perdida, la que necesitamos para retomar el vuelo.