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Rubén García Bastida

La esquina doblada

Señales para detectar un fin de año

Señales

Los años se acaban, pero no es algo a lo que uno se acostumbre. Por mucho que se repita la sensación y las advertencias lleguen a tiempo, al final siempre te encuentran los fuegos artificiales mirando hacia otro lado. Y se te queda el cuerpo raro, como si salieras de una película que termina a mitad del argumento; como si el árbitro pitase el final en el treinta y cuatro.

Nos guste o no, los años —los buenos y los malos— se terminan siempre por sorpresa. Tanto es así que parece que llenemos las ciudades de luces y guirnaldas como señal de alerta para que a nadie le den las campanadas un susto de muerte.

Así ponemos música en las calles, engalanamos escaparates, enviamos correos y más correos (“Feliz Navidad y próspero Año Nuevo”, rezan, como diciendo realmente: “Ahí viene otra vez”), y cruzamos felicitaciones en vídeo, y llamadas, tarjetas y mensajes en cadena. Algunos dejaron de hacer gracia en 2006. No importa. En realidad solo estamos intentando avisarnos los unos a los otros. El año se acaba —nos estamos diciendo—, termina de hacer lo que estuvieras haciendo.

Por eso se suceden los adornos, y hay anuncios de regalos, y gorros rojos coronados con pompones blancos, especiales conmemorativos, recopilatorios, los más guapos de 2011, los más ricos, los más rápidos, las frases, el top ten, los tres accesorios que no debiste dejar de comprar a tu coche. Así somos.

Pero si no fuera por esto, por los villancicos y las vallas publicitarias, por los polvorones y las cenas de navidad, más de uno se encontraría celebrando el año nuevo con el cuerpo en enero y la cabeza en noviembre en una postura ciertamente incómoda.

Puede parecer falta de originalidad, sin embargo, este ritual de avisos luminosos y acústicos es un excelente método para evitar que los años pasen rápidos y sigilosos por nuestro lado.

Empiezas a recibir indirectas en noviembre. Un día estás con tu otoñal estado de ánimo viendo la televisión y te sorprendes contando el cuarto anuncio de perfumes en una misma pausa. Lo dejas pasar. Te convences de que es casualidad y el mundo sigue a los suyo, cuesta abajo hacia el fin de año.

Y entonces llega ese momento en el que no puedes negarlo. Estás en mitad de una avenida llena de luces y huele a castañas, hay un hombre con barba postiza y los escaparates relumbran. Alguien se acerca y te pregunta: “¿Y tú, qué haces esta Nochevieja?”.

Y ya.

Bienvenido a otro año menos.

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Sobre el autor

Periodista en 'La Verdad'. Guardo un rincón para las cosas pequeñas en 'La esquina doblada'. En Twitter soy @garciabastida


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