Aunque tengas órdenes; aunque sean concisas y claras, inequívocas; aunque te hayan entrenado para ello largamente y hayas pasado incontables horas perfeccionando el método, afinándolo, mejorándolo; aunque te hayan dicho que vayas, que confían en ti, que eres imprescindible, que el vecino es la equis y la equis, el enemigo; a veces tienes la certeza de que no vas a poder hacerlo.
Aunque te hayas levantado esa mañana muy temprano y te hayas enfundado el traje como un ritual; aunque no te quede muy distinto a como te queda otros días; aunque pulsar el botón no te sea del todo ajeno, ni el sonido de una detonación, desconocido; hay veces en que viras el rumbo y bajas del avión repitiéndote que no, que no todo el mundo, que tú no, que no todo el mundo puede, pero que tú, especialmente tú, no vales para eso.