Carcajadas
Mi padre entraba en una habitación y el silencio era inmediato. Su presencia imponía. Bajo cierta luz, con aquellos ojos verdes de estatua pintada relampagueando, era Tito Livio a punto de sacar unas palabras del mármol. De él, salvando las distancias de corpulencia (y de todo), heredé parcialmente ese poder de imponer ante concurrencias demasiado […]