Este diario quiere ser una especie de “libro negro de autoayuda”. Será, a mi manera, un canto a la vida, a la limitada y mediocre (claro está), escrito por alguien bastante poco vivo. Me dirijo a los derrotados, convalecientes de alma, a los que llevan vida vegetativa o a los que se alimentan de recuerdos pero que se ven obligados a decir en sociedad que lo único importante es el presente. En definitiva, a la mayor parte de la población, por si algo de lo que escriba aquí puede hacer que se sientan acompañados. Es decir, confortados. Seré serio: no venderé esperanza. Hay que ser realistas. Pretendo sólo salvar lo que de valioso hay en cualquier pequeño infierno coditiano, para hacerlo llevadero y a veces sublime. Aquello por lo que merece la pena llegar hasta esta noche, y a la noche de mañana. Incluso alguna vez con una retadora media sonrisa.