El delegado del Gobierno, Rafael González Tovar, cumple a la perfección, incluso con un exceso de celo, el papel para el cual fue nombrado: Vender la gestión del Gobierno de Rodríguez Zapatero en la Región de Murcia. Esto le lleva a protagonizar situaciones un tanto chocantes, cuando no mediáticamente apabullantes, como ha sido la visita realizada a una pequeña obra en la Ronda Oeste de Murcia. Se trata de habilitar el tercer carril en un tramo muy corto, donde se está reestructurando uno de los pasos elevados con una técnica novedosa, etc, etc.

Con toda la pompa y circunstancia, con mapas y gráfico de por medio, el incansable González Tovar acudió a contar las excelencias de la obra en cuestión, de muy bajo presupuesto y que, en comparación con el resto de proyectos en danza, sólo es una propina que arrastra de tiempo atrás.

Es una obra necesaria, en eso no hay nada que objetar. Lo que se sale un poco de madre es que el representante gubernativo monte toda esa intendencia para hacer ver lo que invierte el Ministerio de Fomento en la Región, cuando este departamento ha anulado la autovía del Reguerón, ha ralentizado el arco norte y noroeste, el ramal Zeneta -Santomera, la autovía entre Yecla y Fuente La Higuera y los terceros carriles de las autovías estatales. Todo sin fecha.

Creo que el personal está harto de que los políticos se paseen por las obras públicas poniéndose medallas. Tanto los del PSOE como los del PP. En el Gobierno regional también se pasan cuatro pueblos. Es una forma de exhibirse que debería quedar desterrada y que forma parte de tiempos pasados, cuando se inauguraban los pantanos. Parece como si la obra en cuestión la pagara el político de turno de su bolsillo, o que la construyera él con sus propias manos. Los contribuyentes quieren que los gestores empleen bien el dinero de los impuestos, que agilicen las obras, que cumplan lo que prometen y que se dejen de tanta foto. Por lo menos, que se dosifiquen. No dudo de que hay proyectos emblemáticos de gran trascendencia social y económica que merecen un corolario oficial, con cinta incluida si me apuran, pero lo otro queda excesivamente excesivo. Para pensárselo.