A Juan Bernal se le podría decir de todo. Ha fallado en su misión titánica de sujetar el déficit de la Comunidad Autónoma en 2012 (solo o en compañía de otros, como rezan las sentencias, pero eso no viene al caso), y en la vida pública una pifia se paga con la crítica, cuando no con el escarnio. Mal consejero, inepto, iluso, decepcionante, cualquier vituperio del catálogo se le podría tirar a la cara, y estaría quizá justificado. Alfonso Guerra, el que les daba caña, llamó ‘tahúr del Mississippi’ a Adolfo Suárez; o sea, fullero, tramposo. Es la política. Pero José Antonio Pujante, el coordinador regional de IU-Verdes -habitualmente cabal-, se ha salido esta vez de madre al atacar la gestión del consejero. Pujante declaró: si Bernal tiene que recortar, «que se corte una mano él», y con ello reclamaba para el consejero un castigo ejemplarizante, al estilo de la sharía. Muyahidín Pujante.
En algún país aún se deja manco al ladrón y se lapida a la adúltera, pero en el mundo civilizado no se llega tan lejos, si acaso hasta la dimisión. En Japón, los malos gobernantes se suicidan, pero lo hacen por decisión propia, porque su cultura no soporta la vergüenza, no porque la oposición se lo sugiera. En Alemania, Angela Merkel acaba de aprobar la pena de prisión para quien malgaste dinero público, algo que en España llenaría las cárceles de irresponsables y trincones, por lo que habría que mantenerlos a pensión competa, de tal suerte que el déficit público se incrementaría, y sería peor el remedio que la enfermedad.
Anda que no existen maneras más razonables de increpar al adversario que la de pedirle que se corte una mano. El candidato cómico Beppe Grillo ha llenado de gente las plazas de Italia (y las urnas, de votos) coreando en sus mítines una simpática advertencia: «¡Rendíos, os tenemos rodeados!», y también en Italia se ha visto en esta campaña un topless de feministas contra Berlusconi. Al primer ministro de Portugal, un grupo de indignados le interrumpió su discurso en el Parlamento cantándole por sorpresa desde las pajareras ‘Grândola, Vila Morena’, el himno de la revolución de los claveles, que se ha convertido ya en un grito social (y romántico) contra los recortes en el país vecino.
Hay muchas formas de críticar a Bernal, y de exigirle cuentas, sin necesidad de recurrir al castigo corporal. Aquí al lado, en Valencia, el Consell decidió la semana pasada rebajarse el sueldo en la medida en que incumpla el objetivo de déficit. Sin hacer sangre. Que aprenda Pujante. Y Bernal, también.