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Joaquín García Cruz

Menuda política

Dos contra uno en Croem

Pedro Pablo Hernández y Santiago Martínez ultiman un pacto frente a José María Albarracín

Santiago Martínez, José María Albarracín y Pedro Pablo Hernández

Todavía quedan en la confederación empresarial Croem rescoldos de la disputa por la presidencia que dirimieron en 2002 Francisco Pellicer, del metal, y Miguel del Toro, de la construcción, quien al final se impuso al concesionario de coches por tres votos. Más aún humean las brasas del incendio de 2011, cuando Del Toro y Diego Illán, a la sazón presidente de la cartagenera COEC, se intercambiaron improperios malsonantes durante un pulso por un sillón en el Puerto que agitó los cimientos de la casa y obligó a la mediación política para que las llamas no se avivaran. A los empresarios no les gusta el enfrentamiento interno, del que desde 2002 guardan malos recuerdos y heridas no restañadas del todo, pero se están acostumbrando a él. Croem fue la primera organización de la española CEOE en la que un presidente (Miguel del Toro) salió de las urnas y, si un milagro no lo evita, de las urnas saldrá también, el próximo día 15, el sucesor de Del Toro.
Todo puede pasar, sin embargo. Los tres candidatos a la sucesión -José María Albarracín, Pedro Pablo Hernández y Santiago Martínez- se han citado mañana para explorar otra vez un acuerdo que haga innecesaria la confrontación, y dé paso a una sola lista, después de que el pasado día 29 lo intentaran sin éxito en un restaurante de Murcia, convocados por Del Toro. Pero el consenso se presenta harto complicado, cercano incluso a lo imposible. Si al final se somete a la Asamblea General del día 15 una candidatura única, no habrá sido por el afán conciliador de los oponentes -que no lo tienen-, sino por el miedo. El miedo a perder podría llevar a que alguno de ellos se retirase de la batalla para anticiparse a la humillación de una derrota que dejaría una mácula en sus trayectorias profesionales. Albarracín lleva 28 años al frente de una empresa familiar del pimentón con 160 años de vida, y ha ocupado todos los cargos posibles en el ámbito del asociacionismo empresarial; todos, menos la cima de Croem por la que ahora lucha. Pedro Pablo Hernández encabeza al empresariado de Cartagena y, aunque no se enarbolan banderas territoriales en esta batalla, una derrota estrepitosa en Murcia podría deparar posteriormente alguna lectura indeseable en esta clave, amén de que perjudicaría su ambiciosa proyección personal; Pedro Pablo Hernández es el más político de los tres, y le aterra -como a Albarracín- la eventualidad de encajar una goleada, que podría producirse (por la polarización del voto) si Santiago Martínez se bajara del tractor y se aliara con cualquiera de los otros dos candidatos.

Una novia débil pero deseable
Al presidente de las cooperativas agrarias se le considera el menos poderoso de la terna, pero su renuncia lo convertiría en una de las dos novias más apetecibles, gracias a la dote que aportaría a un eventual matrimonio en forma de las adhesiones ya cosechadas durante la precampaña electoral. La otra gran pretendida del banquete es la federación del Metal, cuya capacidad decisoria resulta determinante en la Asamblea General, de la que posee casi el 16% de los votos.
El metal se reunirá también este lunes para dilucidar a quién presta su apoyo, y pocos creen que a última hora ponga sobre la mesa un candidato propio, como era su propósito inicial, por lo que muy probablemente empleará su fuerza en volcar la balanza hacia un lado u otro.
El tiempo se agota. A la segunda reunión auspiciada por Del Toro para convencer a dos de los aspirantes de que su retirada sería lo mejor para Croem (Del Toro apuesta por Albarracín), los tres candidatos llegarán mañana después de numerosas llamadas telefónicas que se han cruzado este fin de semana. Se está fraguando un pacto. Santiago Martínez se deja querer; quizá mañana comunique por quién. Si confirma su desistimiento, sorprendería que fuera a favor de Albarracín, a quien los sindicatos agrarios reprochan públicamente estos días que fabrique pimentón con pimiento traído de China y Perú, en lugar de producirlo con simiente murciana. Este panorama reforzaría las posibilidades de triunfo de Pedro Pablo Hernández, y pondría a José María Albarracín ante la disyuntiva de replegarse a sus cuarteles o mantenerse en liza, arriesgándose con ello a una derrota frente a la unión -con la que no contaba- que han esculpido sus dos adversarios. Ahora bien, si Santiago Martínez juega la otra baza, y se inclina por ayudar a Albarracín (algo improbable), sería el presidente de COEC quien se vería contra la pared, especialmente si la federación metalúrgica optara también por respaldar a Albarracín.

Las horas decisivas
Mañana será un día clave para desbrozar un camino en el que no han surgido injerencias políticas (circunstancia que los tres contendientes agradecen) y que transcurre por los derroteros del juego limpio, salvo la excepción apuntada del pimiento extranjero, y otra -en la dirección opuesta-que irritó el jueves pasado a Pedro Pablo Hernández: el envío desde Croem a todos sus asociados de un ‘clipping’ (resumen de prensa) que incluía el ‘post’ de un blog en el que se cataloga a los candidatos como ‘menos malo’ (Albarracín), ‘malo’ (Hernández) y ‘peor’ (Martínez). A la segunda reunión de los tres aspirantes con Miguel del Toro seguirá mañana la presentación de las candidaturas, con sus correspondientes avales, que hasta el momento no sirven para calibrar con precisión las fuerzas, porque hay federaciones que no avalan a nadie y otras que avalan a los tres. Ninguno de los púgiles conocía ayer sus verdaderas posibilidades de éxito. Solo estaban seguros de que la candidatura de integración pretendida por Del Toro es ya una quimera, dado que ni Albarracín ni Hernández tienen la menor intención de retirarse y un acuerdo entre ambos se descarta de partida: no tienen nada que ofrecerse mutuamente. Pedro Pablo Hernández seguirá siendo vicepresidente de Croem, suceda lo que suceda, puesto que el presidente de Cartagena es vicepresidente nato en Murcia. Y Albarracín no se conformaría con una vicepresidencia (lo máximo que Hernández podría cederle a cambio de su abandono), porque, llegados hasta aquí, aceptarla sería como admitir oficialmente su rendición ante el candidato de Cartagena, y con la suya, también la derrota de Miguel del Toro. Santiago Martínez sí está en el mercado de los fichajes, y se le conquistaría con la promesa de una vicepresidencia, para lo que habría que garantizarle previamente la oportunidad de forzar una votación paralela a la del presidente para ponerles nombres y apellidos a las seis vicepresidencias de la institución.
Éste era anoche el estado de la situación, después de intensos contactos, que se reanudarán mañana, en la reunión prevista con Del Toro, que tendrá lugar en Croem apenas unas horas antes de que la formalización de las candidaturas ponga fin a los escarceos. Ninguno de los tres rivales cree ya en la bondad de una lista única de integración. El más débil, Martínez, negocia (mucho más cerca de Cartagena que de Espinardo) la garantía de una vicepresidencia para él; y los otros dos, Albarracín y Hernández, siguen empeñados en ganar. Solo la evidencia de un fracaso seguro haría desistir a uno de los dos y dejaría expedito el camino a su rival. Únicamente el miedo a perder con estrépito evitará que la patronal se reencuentre con su historia y elija a su nuevo presidente en las urnas.

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