>

Blogs

Joaquín García Cruz

Menuda política

Decálogo de malos principios para el nuevo Gobierno

Un Gobierno nuevo ha de guiarse por buenos principios, pero también repudiar otros que pueden acrecentar su descrédito, y de los que la práctica nos ofrece numerosos (y perversos) ejemplos. He aquí un pequeño muestrario, sin otra pretensión que la de advertir a Garre, para que sepa a qué no debe atenerse.
Principio de concurrencia. Invitas a dos empresas a que hagan de comparsas en la adjudicación de un contrato público que está previamente decidido pero al que hay que dar publicidad. Desaconsejable. Cualquier día se enteran los UCO y te registran el despacho.
Principio de la herencia recibida. Consiste en achacar a romanos y cartagineses los sempiternos problemas que motivos más prosaicos (la ineptitud propia, generalmente) impiden solucionar. Ya no cuela. Está muy visto.
Principio del ventilador. «Y tú, más». Recurrente manera de escudarse ante una crítica descalificando al adversario. Desechable, por antihigiénico.
Principio de Peter. Se atribuye al estadounidense Laurence J. Peter («la nata sube hasta cortarse»), pero Ortega y Gasset lo había enunciado medio siglo antes con un aforismo igualmente certero y más apropiado: «Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes». Para mirárselo (desnudo) ante un espejo.
Principio de ejemplaridad. En países donde hace más frío, el error en política se paga con la renuncia, pero aquí no debemos dimitir, porque le daríamos la razón al lado oscuro (la oposición y la Prensa), y no es plan. Que los servicios jurídicos busquen cómo explicar esta metedura de pata, que para eso cobran.
Principio de Arquímedes. Tarde o temprano, los problemas que se entierran para que no huelan mal, emergen y golpean verticalmente y con violencia en el mentón del gobernante que los tapa.
Principio de igualdad de oportunidades. Es una tontería recurrir a los mejores para la función pública. Hay que rodearse de viejos amigos y de leales, aunque sean más pelotas que eficientes. Total, les pones corbata y coche oficial y hasta parecen capaces.
Principio del fin. Se da cuando cruzas una línea roja, y haces caso (en vez de echarlos) a los aduladores que te murmuran al oído: «No pasa nada, jefe». Sí pasa: te enjabonas la conciencia y, antes de darte cuenta, has cruzado otras líneas rojas. Ya eres un corrupto, aunque no hayas metido la mano en la caja.
Principio de redistribución de la riqueza. «Tengo que reducir el gasto, y te ha tocado a ti. Lo siento. Pero no te preocupes, te recolocaré en el Senado».
Principio conspiratorio. Señal inequívoca de agotamiento. «Van a por nosotros». No es magia, ni inteligencia emocional. Es paranoia, y se cura con orfidal.

Otro sitio más de Comunidad de Blogs de La Verdad

Sobre el autor


abril 2014
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930