La campaña de PP y PSOE contra Pablo Iglesias da alas a Podemos

La obtención de un resultado opuesto al deseado se conoce como ‘efecto Streisand’ desde que un periódico publicó en 2002 una foto aérea de la casa de Barbra Streisand en San Diego y la artista exigió su retirada de internet. El morbo que suscita siempre la censura, impulsado por la capacidad de la Red para convertir cualquier cosa en un fenómeno viral, hizo que los visionados de la imagen que Barbra Streisand pretendía proteger se multiplicaran mucho antes de que la Corte californiana tuviera tiempo de reunirse para estudiar su demanda. Del ‘efecto Streisand’ han sido víctimas también las caricaturas de Mahoma, el inolvidable posado gótico de las hijas de Rodríguez Zapatero en la Casa Blanca y el ‘¡viva el vino!’ de Mariano Rajoy, que alcanzó los honores de ‘trending topic’ el día que el PP borró el vídeo de su web.
La cruzada ‘antiPodemos’ lleva el mismo camino. El politólogo Javier Sierra está convencido de que la apelación constante de PP y PSOE al radicalismo peligroso de Pablo Iglesias terminará por fortalecer esta opción electoral porque será neutralizada por el ‘efecto Streisand’. Da igual si Pablo Iglesias es bolivariano, iluso o cliente de Alcampo, y tampoco cuenta si su propuesta de cancelación selectiva de la deuda pondría en riesgo a España o cuánto tiene de quimera su promesa de pagar una renta social universalizada. A medida que más se le ataque, más rechazo popular merecerán las invectivas que se le lanzan desde los partidos mayoritarios, que no por casualidad son quienes más directamente se ven amenazados por la ola de desapego institucional en la que cabalga Podemos. Javier Sierra añade otra consideración igualmente plausible: la gente se ha percatado de que votar a Podemos no es tirar el voto a la papelera; muy al contrario, es un voto útil, y no solo porque ya dispone de 1.200.000 papeletas y de cinco eurodiputados, sino porque su brusca irrupción en escena ha empujado a populares y socialistas a improvisar políticas democratizadoras y de estímulo a la economía que parecían proscritas hasta su descalabro del 25M, y que unidas dibujan un panorama sorpresivamente halagüeño. En solo una semana, el Gobierno de Alberto Garre ha aprobado un proyecto de ley de transparencia que sesteaba durante meses en la Asamblea Regional, el alcalde de Murcia ha anunciado una rebaja generalizada de impuestos, Rajoy ha puesto en la calle 6.300 millones de euros, y el PSOE ha resuelto que su futuro secretario general podrá ser elegido por todos sus militantes.
Al voto útil suele recurrirse en situaciones precisamente contrarias a ésta, con la idea de espantar los extremismos, pero en España está ocurriendo al revés. El ciudadano percibe que apostar por formaciones nuevas da sus frutos porque PP y PSOE se sienten acorralados y cambian el rumbo. Eso da alas a Podemos, cuya gente contempla divertida desde la calle cómo la torpe campaña contra su líder acaba en la trituradora por el ‘efecto Streisand’.