El PSOE no es «un partido de mala gente», contra lo que sostiene el diputado del PP Teodoro García, como tampoco el PP es un partido de corruptos. Para defenderse de la querella del fiscal, Pedro Antonio Sánchez no necesita que sus correligionarios expelan estos exabruptos, que ofenden a miles de socialistas honrados, ni que el cura de Puerto Lumbreras rece por él y se ofrezca como su cirineo para llevarle la cruz. Está bien forrar los muros de Facebook con mensajes de apoyo, dudar de la rectitud del fiscal superior porque su mujer trabajó para el PSOE, y defender con pasión a quien encarna hoy -sin duda alguna- al político más capaz del PP regional y a su mejor candidato posible. Pero recurrir a la generalización y al insulto equivale a mostrarse desnudo de argumentos mejores.