El exalcalde de San Javier José Hernández acaba de sumarse a la lista de gobernantes cuyas economías domésticas nadie comprende. O porque gastaron más de lo que ingresaban (caso de Hernández) o debido a que apenas usaron durante meses -¡oh, milagro!- los cajeros y las tarjetas de crédito (Bascuñana, Cámara, Berberena), lo que no era óbice para que algunos de ellos manejaran decenas de cuentas. Cómo lo lograban constituye un enigma comparable solo al recibo de la luz. Tampoco sabemos cuántos políticos más engrosarán esta singular relación de afortunados que esquivaron la austeridad mientras predicaban el sacrificio, y cuyos secretos conocemos porque Hacienda los investiga por orden judicial, no por un ejercicio de transparencia. Pero las dos preguntas -el cómo y el quiénes lo hacían- dan que pensar.