Ni una lagartija cabía en las plazas de toros, que se abarrotaban para acoger los grandes mítines, en tanto que los de los partidos pequeños rozaban el lleno en polideportivos y teatros municipales. Ríete tú de los actos sectoriales de ahora. La propaganda vestía hasta la última pared del pueblo más recóndito, y la guerra sucia que se libra hoy en las redes sociales -cruel, impune- no pasaba entonces de pintarles cuernos a los candidatos de papel. Ríete tú de las estrategias comunicativas. Las papeletas reflejaban un arco iris ideológico que dejaba caer en las urnas votos para varios partidos falangistas, cinco o seis socialistas, un par del centro y unos cuantos de extrema derecha, de extrema izquierda y de extrema de lo que fuera. Ríete tú del fenómeno de los partidos emergentes. Aquellas eran campañas emocionantes, aprovisionadas no de futilidades y engañifas, sino de promesas que sabíamos trascendentales porque nos traerían libertad, democracia, Europa y educación y sanidad universales. Los líderes nacionales se llamaban Adolfo Suárez, Felipe González, Manuel Fraga y Santiago Carrillo. Un respeto. De gobernadores teníamos en Murcia a gente que hoy figura en los libros de historia, como Federico Gallo y Juan Manuel Eguiagaray, y entre los candidatos a los que votábamos estaban Juan Ramón Calero, Joaquín Garrigues Walker, Hernández Ros, Pedro Marset y otros, todos ellos sólidos y capaces. Ríete tú.