Ahora que desde la lona oye cómo le cuentan los segundos, olvidemos a Bascuñana. Olvidemos que está imputado por presunta prevaricación en ‘Novo Carthago’. Olvidemos su propensión al autoritarismo y el incidente nunca aclarado con una patrulla de tráfico de la Guardia Civil. Olvidemos que al llegar al Club de Tenis le gusta que su chófer le abra la puerta para bajarse del coche oficial. Olvidemos el sufrimiento que inflige conscientemente a su partido por negarse a dimitir, aun viendo que Ciudadanos tiene cogido al PP por el cuello y sabiendo que al final lo echarán unos recién llegados a la política. Olvidemos su papel de justiciero y de limpiador en el PP, y las especulaciones acerca de por qué sus jefes no se atreven a despedirlo. Olvidemos lo que pensamos. Olvidemos a Bascuñana.