La comisión especial del agua que se constituyó ayer en la Asamblea está abocada al fracaso, con el riesgo adicional de que contagie su resultado decepcionante a otras comisiones de investigación más excitantes. Parece improbable que PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos acerquen sus distantes posturas sobre trasvases y desalinización y se pongan de acuerdo en cómo paliar la falta de agua. Tras recabar numerosos informes y testimonios de expertos, los diputados descubrirán lo que ya se sabe: que la cuenca padece un déficit estructural, que es la peor tratada por la planificación hidrológica, y que eso es así porque ninguno de los partidos que se han turnado en el Gobierno durante los últimos 35 años ha tenido la visión de Estado y el coraje necesarios para remediarlo. Y pobre conclusión será.