El cortijo apesta. De forma tan atronante arrancó el otro día la podemita Teresa Rodríguez una sátira contra Susana Díaz que hizo enmudecer al Parlamento andaluz. Aquí, la cabaña también apesta de vez en cuando, pero el hecho de que la pituitaria se nos haya acostumbrado ya a la tufarada no debería llevarnos a la resignación. Ver que un juez sienta en el banquillo al exalcalde Cámara por supuesta prevaricación, y que otro investiga por presunto cohecho a José Ros, uno de sus concejales de confianza, nos devuelve a la nariz la fetidez del Segura cuando el río era una cloaca. La acumulación de sumarios en Murcia empieza a parecerse a una causa general abierta en los tribunales contra toda una época en la que la honradez tuvo, para los más pillos, menos valor que un chalé grande.