Vuelve Albert Rivera a los andurriales de la vieja política cuando explica, para amortiguar el impacto electoral de las facturas irregulares de Ciudadanos en Murcia, que «una cosa es meter la pata y otra es meter la mano», sin percatarse de cuán arriesgado puede resultarle usar esta muletilla. Ya en 2007 la propaló Valcárcel, preguntado por las correrías de su exdiputado Juan Morales -que a la postre terminó encarcelado-, y a partir de entonces los imputados le brotaron en su partido como setas. Si el jefe declara en público la falacia a la que ayer se apuntó también Rivera, alguien entre su gente puede pensar que ancha es Castilla, siempre que no se llegue al cohecho. Alcaldes hay que han prevaricado pero se creen ejemplares solo porque no han metido la mano en la caja. O se pone más alto el listón o la nueva política echará gusto a ropa vieja.