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Joaquín García Cruz

Menuda política

PAS se sale con la suya

«Algo huele a podrido en San Esteban», exclamó Miguel Sánchez, el portavoz de Ciudadanos, invocando a Hamlet pero mirando al presidente Sánchez. A lo que Víctor Martínez, el escudero fiel del PP, respondió: «El que primero lo huele, debajo lo tiene».

Nivelazo. Bronco, inelegante, el debate sobre el estado de la Región deja un rastro de hojarasca dialéctica, pero salva los muebles gracias al esfuerzo de los cuatro partidos en la consecución de pactos. Parecía que la feliz exhortación de PAS al ‘más patriotismo y menos partidismo’ del día anterior caería en saco roto ayer, que los grupos se la pasarían por el forro, como diría (de hecho, lo dijo) Miguel Sánchez. Pero no fue así, alabado sea el consenso. No era la ‘apropiatio’ de Cicerón, ese habilidoso truco retórico que da juego en la refriega parlamentaria cuando se trata de ganar por la mano al adversario. El debate terminó en consenso para caminar de la mano en sanidad, educación, en la salvación del Mar Menor, ¡y en agua!, y tales acuerdos, aunque embrionarios aún, merecen alborozo y reconocimiento, porque -si no se los lleva el viento- marcarán un rumbo nuevo en el Parlamento.

Hubo otras diferencias que se sabían insuperables. Estaba cantado que la oposición se tiraría al cuello de PAS aprovechándose de su resbalón al omitir en su larga intervención del miércoles la desigualdad social que sufre una parte de la población. Más de 80.000 personas en situación de pobreza y exclusión social fueron atendidas el año pasado en Murcia por Cáritas Diocesana. Esta región tiene pobres, y un gobernante no puede olvidarse de los pobres. Qué menos que un minuto en un discurso de una hora, qué menos que un guiño. Esta falla, y la de la corrupción, sirvieron a los opositores para fustigar al presidente.

Miguel Sánchez fue al grano: «La sombra de la imputación le persigue». Cierto es que, hasta su resolución por la Justicia, el ‘caso Auditorio’ gravitará sobre la cabeza del presidente y, por ende, sobre la gobernabilidad de la Región. Sin embargo, no es esta la única hipoteca de PAS, aunque sí la que le hace andar por la legislatura como un pato rengo. Le está tocando cargar con el legado de los años fallidos de Valcárcel, de aquellos proyectos manirrotos y de tantas tropelías administrativas que ahora salen a la luz en los tribunales. La costosa desaladora, el AVE eterno, el aeropuerto cerrado y las cuentas del gran capitán del SMS, por citar solo cuatro ejemplos, persiguen también a PAS, que contrarresta la vulnerabilidad heredada de Valcárcel con un afán regeneracionista admirable. Me recuerda la trayectoria de PAS al recién fallecido Michel Rocard, designado primer ministro por François Mitterand, del que Rocard supo después despegarse hasta convertirse en el mandatario más popular de la V República francesa. Apuntaló la Seguridad Social con un impuesto especial, estableció un salario mínimo e impulsó numerosas reformas básicas. Abusó del ‘decretazo’ porque estaba en minoría parlamentaria, pero supo granjearse la simpatía de la gente. Todo, en solo dos años. Rocard fue un tipo listo. Pedro Antonio Sánchez, también. Lo ha demostrado en este debate sobre el estado de la Región, de baja estofa oratoria pero finalmente útil, que ya es bastante. Escrito está, y lleva mi firma, que el presidente no dio la talla en su discurso inicial -aburrido, nada excitante-, pero a la postre se ha salido con la suya. Dejó que otros se lucieran en el hemiciclo con citas de Shakespeare y viejos aforismos infantiles, mientras él porfiaba en lograr pactos. Apeló a la altura de miras de la oposición para cerrar acuerdos, y la oposición, que lo esperaba de uñas, ha terminado pactando con él. La oposición ha dado la talla, pero el tanto se lo apunta PAS, y quien gana es la Región, como Francia ganó con Michel Rocard.

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