Mal empezamos en la batalla contra la opacidad si a gente que pregunta algo en la Administración se le inquiere después sibilinamente por la finalidad de sus pesquisas. Es lo que ha denunciado el presidente del Consejo de la Transparencia de la Región de Murcia, José Molina, quien advierte contra la caza de brujas en que podría derivar la tentación oscurantista. Pero no miremos solo al lado de los políticos. Más allá de ayuntamientos, consejerías y ministerios, la borrosidad se extiende también por el sector privado, reticente a mostrar los contratos públicos que se adjudican las empresas o los impuestos que estas pagan. Tarea ímproba la que tiene ante sí el Consejo de la Transparencia. Debería empezar por hacer pedagogía en las escuelas para lograr que, algún día, la limpidez sea la norma en el trato con la Administración.