Amaga el PP, ahora, con rehusar la abstención del PSOE para investir a Rajoy. Ya no se conforma con desatascar a España, como suplicaba, sino que exige un pacto que le garantice una legislatura confortable. Todo o nada. El haraquiri socialista le ha devuelto una coyuntura ventajosa con la que antes ni soñaba, y además los populares saben que unas terceras elecciones en diciembre reducirían a cenizas el granero del PSOE y acercarían a su candidato a la mayoría absoluta; después de un bloqueo tan largo, qué más daría prolongarlo un par de meses. Al otro lado, el PSOE estudia cómo pasar del ‘no es no’ a la abstención, es decir, cómo rendirse sin otra condición que taponar su hemorragia, consciente también de que no llegaría a tiempo de levantarse para combatir de nuevo en las urnas. Los dos partidos, en suma, le han dado la vuelta a su discurso de hace una semana, el que invocaban -como harán, llegado el momento- por el bien de España.