>

Blogs

Joaquín García Cruz

Menuda política

Puñales de papel

A los vecinos del Noroeste que se niegan a votar les sobran razones para su protesta. Sufren un abandono intolerable. Pero harán mal si se quedan en casa, y no lograrán que por su rebeldía electoral les pongan un médico o les arreglen la carretera

Un vecino de Benizar muestra papeletas electorales rotas. / LV

Un vecino de Benizar muestra papeletas electorales rotas. / LV

La jojoba es un vegetal de propiedades excepcionales que se aplica en la obtención de lubricantes, carburantes, plásticos y ordenadores, y que posee la cualidad añadida de contribuir a la recuperación ambiental de las zonas áridas donde se cultiva, sudamericanas en su mayoría. La jojoba fue también el señuelo con el que se engatusó en los años ochenta a las gentes del Noroeste, haciéndoles creer que su plantación masiva por parte de la Administración transformaría en un El Dorado la comarca, la misma en la que, treinta años después, cientos de vecinos han decidido no votar hoy para protestar por el hecho de que carecen de servicios básicos y nadie les arregla su carretera llena de baches, la RM-B30, cuya titularidad comparten el ayuntamiento castellano-manchego de Socovos y el Gobierno regional de Murcia. Puedo imaginar el malestar de los 1.800 electores de Benizar, Mazuza, Otos, Casa Requena, Campo de San Juan, Cañada de la Cruz, El Sabinar y El Calar de la Santa cuando vieron por TV que los candidatos a la presidencia del Gobierno limitaban a Cataluña la discusión sobre política territorial, y eso en el supuesto de que pudieran seguir los debates sin que se les cortara la luz. Trazar alguna similitud, por remota que fuera, entre la gravedad del problema de Cataluña (sin duda, el principal desafío que España afronta), y el abandono del Noroeste murciano resultaría de un reduccionismo infantil, pero los vecinos de las pedanías electoralmente rebeldes no tienen pediatra y el médico les visita solo una vez por semana, penalidades absolutamente injustificables en 2019.

En esa Región vaciada, a la que vamos a comer migas en los días de nieve, sobran motivos para la incredulidad de los vecinos y su desafección hacia una clase política incapaz de arreglarles la carretera. Pero harán mal si cumplen su amenaza y no llenan hoy las urnas de papeletas. Que las utilicen como venganza, si lo prefieren. El voto en blanco es una opción legítima, incluso el voto nulo. David Lloyd George, un primer ministro británico del siglo XX, escribió que las elecciones «son la venganza del ciudadano, que las puede convertir en puñales de papel». Hoy es el momento de apoyar ideologías, de rechazarlas, de sostener a los gobiernos, de derribarlos, de premiar a un partido, de castigarlo, de votar con el corazón o de hacerlo con la cabeza, de apostar por lo de siempre o de probar otras opciones. Es el momento de decir aquí estoy yo, he aquí mis poderes. Me son concedidos una sola vez cada cuatro años y precisamente por eso no quiero renunciar a ellos. Te vas a enterar. Quienes estos días advierten desde el Noroeste de que se quedarán en su casa, en contestación al olvido y la marginación que sufren, han obtenido ya la visibilidad que deseaban. Medios de comunicación y televisiones nacionales han viajado a Benizar, han hablado con sus moradores y han tomado nota de sus reivindicaciones. Llegados a este punto de notoriedad, tan cierto es que los gobiernos resultantes de las elecciones no acabarán con sus problemas como que tampoco lo hará la abstención masiva que preconizan.

Ojós, el pueblo más pequeño de Murcia, protagonizó en 1994 una campanada semejante a esta de Benizar. Empujados por Bartolomé Bermejo, un alcalde independiente que mostraba de esta forma su insatisfacción con el bipartidismo imperante de PSOE y PP, los ojeteros respaldaron masivamente a los nacionalistas catalanes de Jordi Pujol en las elecciones europeas: de los 393 electores que fueron a votar, 177 -el 45%- escogieron la papeleta de Convergencia i Unió (CiU). Ojós fue el único lugar de España en el que ganó aquellos comicios el partido de Pujol, y el único también en el que lo hizo una fuerza nacionalista fuera de sus tradicionales feudos vasco, gallego y catalán. El pueblo salió en los telediarios, pero no consta que aquel extravagante minuto de gloria le reportara beneficio alguno.

Ojós protagonizó en las europeas de 1994 otro caso similar que dio la vuelta a España. Regaló casi la mitad de sus votos a los nacionalistas de CiU. Pero en nada prosperó el pueblo por aquello, como tampoco lo hizo El Llano del Beal con su respaldo a Herri Batasuna en 1989

Algo parecido había acontecido cinco años antes en El Llano del Beal, también en unos comicios europeos, aquella vez en favor de Herri Batasuna. Los aberzales cosecharon un buen puñado de votos por el descontento social reinante en la diputación cartagenera, de tan marcado abolengo socialista que allí abrió la segunda Casa del Pueblo de España. La autorización de una mina de zinc y plomo que parecía destinada a engullir al pueblo encendió los ánimos al punto que muchos vecinos votaron a Herri Batasuna para expresar su enfado con el PSOE gobernante y una ikurriña llegó a ondear en el pueblo. En nada mejoraron las condiciones de vida de El LLano tras aquella rebelión política, como tampoco las de Ojós fueron a mejor por haber apoyado a los nacionalistas de CiU.

Es el momento de protestar, sí, pero votando. Es la hora -precisamente hoy- de denunciar una carretera bacheada, pero también es la mejor oportunidad que se ofrece al ciudadano para quejarse por el paro, por la falta de oportunidades para la gente joven, por las deficiencias de la sanidad y la educación, por la insuficiencia de la dependencia, por las corruptelas, por el nepotismo, por los compromisos incumplidos, y por tantas y tantas carencias, pecados y errores que no son patrimonio ni responsabilidad de un partido u otro, sino en general de una clase política que no siempre está a la altura. Habrá quienes piensen, con Bernard Shaw, que «los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo y por los mismos motivos». Háganlo entonces -cambien a los políticos, a los de un signo y otro-, quienes compartan este aforismo del Nobel de literatura, pero no dejen de echar su papeleta en la urna, hoy y cuantas veces estas se abran, o en cierto modo nos pasará lo que Octavio Paz, otro Nobel, dijo que les sucede a los pueblos despojados de su derecho a disfrutar de unas elecciones libres: que carecen de voz, de ojos y de brazos.

Temas

Otro sitio más de Comunidad de Blogs de La Verdad

Sobre el autor


abril 2019
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930