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Joaquín García Cruz

Menuda política

Lo peor está por llegar

Guía práctica para comprender el baile de votos (y de máscaras) que empezará este lunes en la Asamblea a la búsqueda de un presidente regional

La España autonómica tiene más tradición coalicionista de lo que parece. Murcia, Madrid, Extremadura y Castilla-La Mancha son las únicas regiones donde ningún partido ha compartido sillones con otro, aunque en Murcia y Madrid los gobiernos del PP han estado vigilados de cerca por Ciudadanos, que en ambos casos era su socio de investidura y ha condicionado sus políticas al punto de derribar a altos cargos populares en aplicación de su doctrina de tolerancia cero con la corrupción (Pedro Antonio Sánchez, Joaquín Bascuñana y Miguel Ángel Cámara se despeñaron por esta vía).

El socialista Patxi López fue lehendakari en 2009 con los votos de su partido y los del PP, una alianza que entonces se antojaba tan inverosímil como el tripartito que PSOE, PP y Cs acaban de formar en Cartagena, y es sabido que las coaliciones de todos los colores constituyen la norma de funcionamiento en la mayoría de los países de Europa, no solo en Alemania. Es lo que ahora toca también aquí -un pacto de gobierno-, dado que ninguno de los candidatos a la presidencia de la Comunidad Autónoma cuenta con los votos necesarios en la Asamblea Regional, que son los 23 de la mayoría absoluta que otorgaría la investidura en primera ronda, o más ‘síes’ que ‘noes’, la mayoría simple que bastaría si hubiera que recurrir a un segundo intento. A partir de mañana asistiremos en la Asamblea a un baile aritmético (y de máscaras) del que debería salir un Ejecutivo que saque a Murcia de la parálisis en que está sumida desde hace meses. Para comprender mejor los discursos y los movimientos que se darán en el hemiciclo, conviene recordar que el PSOE dispone de 17 votos; el PP, de 16; Ciudadanos, de 6; Vox, de 4; y Podemos, de 2, para un total de 45, aunque debería decirse escaños -mejor que votos- considerando ‘tamayazos’, ausencias o incidencias inconfesables, algunas de las cuales conoce también la política regional.

Sobre la mesa hay una sola candidatura, la de Fernando López Miras (PP), que Ciudadanos apoya a cambio de la vicepresidencia para Isabel Franco y de cuatro y media de las diez carteras (cuatro y media porque ambas formaciones han acordado compartir la de Turismo). Los 22 votos que suman PP y Cs hacen posible la proclamación de López Miras únicamente si Vox la apoya en primera ronda (mayoría absoluta, 26 votos) o bien se abstiene en la segunda (22 votos a favor, las 4 abstenciones de Vox y 19 votos en contra de PSOE y Podemos).

El Parlamento tiene más líneas rojas que un parque infantil de tráfico y ni rastro de la transversalidad prometida por la nueva política

A la vista de la variopinta composición del Parlamento, donde hay más líneas rojas que en un parque infantil de tráfico -y ni rastro de la transversalidad prometida por la nueva política-, estos son todos los escenarios que pueden derivarse de las negociaciones, las públicas y las secretas, que los partidos mantienen estos días en Murcia y Madrid:

1) Vox vota a favor de López Miras, que obtiene así la mayoría absoluta. Hipótesis altamente improbable. PP y Ciudadanos no querrán abjurar de la ley LGTBI que sus diputados aprobaron en 2016 -como Vox les exige-, y Vox no se bajará del caballo a la primera de cambio. Si lo hiciera, ¿cómo explicar a sus 60.000 votantes que se olvida de un día para otro del cordón sanitario que impuso frente a homosexuales e inmigrantes sin papeles?

2) Vox se abstiene en la segunda sesión, prevista para el jueves, día 4. Opción posible, siempre que PP, Cs y Vox hallen en el diccionario de la RAE los sinónimos adecuados, y sepan combinarlos con la habilidad de un trilero, para intentar convencernos de que ninguno de los tres partidos sale malparado. Dirían que los tres ceden por el bien de la Región. Pero sería mentira y nadie los creería ya. La realidad es que los predicados de Vox no son compatibles en ningún caso con los de PP y Cs, hoy por hoy. Alguien tendría que admitir su rendición, y de eso sí que no hay precedentes en la política regional.

3) Vox se mantiene fiel a sus principios y vota contra la investidura de López Miras también en la sesión definitiva, día 4. Opción menos probable. Los de Abascal demostrarían así que no van de farol con sus advertencias, pero se enfrentarían a un problema casero difícil de explicar a sus tropas: la Comunidad estaría comandada por un presidente del PSOE -debido a las intransigencias ideológicas de Vox-, y a otro de peor digestión aún: se verían reducidos a la irrelevancia, condenados a ejercer de oposición frente a un gobierno socialista y sin influir en la gobernanza, ni siquiera indirectamente.

4) Consumado el fracaso del pacto PP-Cs para investir a López Miras, el candidato del PSOE, Diego Conesa, presentaría su candidatura a la presidencia. Ciudadanos ya ha anunciado que lo apoyaría y, de mantener su palabra (algo a poner en duda, a tenor de la trayectoria del partido), Conesa quedaría investido con sus 17 votos y los 6 de Ciudadanos (o sea 23, mayoría absoluta).

Esta sería la salida democráticamente más lógica. Diego Conesa fue el candidato más respaldado por las urnas, en votos y en escaños. Ganó las elecciones. Ahora bien, Ciudadanos tendría que romper los dos pactos que ha firmado estos días con el PP y redactar uno nuevo -de articulado distinto- con el PSOE. Es verdad que casi todo se puede justificar en política, pero, ¿impulsaría ese gobierno de coalición una bajada de impuestos, como Ciudadanos tiene por bandera, o más bien una ‘progresividad fiscal’ (subida impositiva), que es el santo y seña del programa socialista? Ese eventual Ejecutivo autónomo, ¿frenaría los conciertos educativos en Bachillerato y FP, como el PSOE defiende, para invertir más dinero en la educación pública, o montaría barra libre para los conciertos, que es lo que Ciudadanos patrocina?

5) La última opción -menos probable, pero tampoco descartable- nos llevaría a una repetición de las elecciones en octubre, ante la imposibilidad de trenzar un acuerdo que garantice la estabilidad de la Comunidad Autónoma.

Mal panorama. Algunas de las fuerzas llamadas a regir el futuro de la Región se declaran incompatibles entre sí (Ciudadanos y Podemos, PP y PSOE), y otras (PP y Ciudadanos) se verían amenazadas -si compartieran gobierno- por el principio de que ‘semejante disuelve a semejante’, al que Rubalcaba, político y químico, apelaba cuando se le preguntaba por los gobiernos de coalición.

Hace falta un manojo de cualidades -habilidad, cintura, diplomacia, finura, lealtad y mucho nivel político-, que no sobran en la dirigencia regional salida de las urnas, para evitar que cualquiera de los pactos que se ensayan estos días salte por los aires prematuramente y la inestabilidad institucional se convierta en una constante. O se dejan de líneas rojas y demás fruslerías, e hilan fino y generosamente en sus negociaciones, o parecerá, en palabras de Stalin, que intentan ponerle una silla de montar a una vaca, habrá que repetir las elecciones, y la gente, harta de tanta componenda inútil, dictará entonces en la calle la peor de las sentencias: «Es que van a lo suyo».

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