Los partidos de Murcia, todos, están hechos ya a que en Madrid no se les corresponda como merecen. Y tampoco esta vez, en el congreso nacional que hoy cierra triunfalmente, el PP ha respondido con generosidad al granero que para su buchaca electoral le supone esta Región, que desde 1995 le ha dado el presidente autonómico y los alcaldes más votados de España, y el mayor porcentaje de voto en unas legislativas.
Los dirigentes que acompañan a Valcárcel en Sevilla se afanan a esta hora en argumentar lo contrario, naturalmente, pero la verdad es que Murcia no amplía su potencial de influencia en Génova: del Comité Ejecutivo Nacional sale Lourdes Méndez para que entre el también diputado al Congreso Vicente Martínez-Pujalte. Uno por otro. Y Joaquín Bascuñana conserva su vocalía en la Junta Directiva, con lo que, también aquí, la situación se mantiene igual. La incorporación de Federico Trillo al Comité no viene al caso, porque, aunque cartagenero, el flamante embajador en Londres no pertenece a la cuota murciana; y lo mismo sucede en el caso de Valcárcel, quien estaba, y está, en la dirección porque todos los presidentes regionales son vocales natos.
Pudo Rajoy en noviembre premiar a Valcárcel por tanta contribución a la causa y por tanta lealtad probada sentando a un ministro de Murcia en el Gobierno de la nación, pero no lo hizo, por más que Pilar Barreiro se quedó a las puertas, según cuentan. En fin, quizá no tenga importancia carecer en Madrid de un grupo plenipotenciario de presión, aunque a uno le parece que sí cuando comprueba que el PP ha renunciado en pocos meses a su otrora inequívoca vocación trasvasista, o cuando recuerda el puñado de afrentas sufridas por la Región en los últimos años, de entre las cuales sobresale –y causa más dolor que ninguna otra– un modelo injusto de financiación autonómica que lleva la firma de Aznar. Además, nada garantiza en realidad que a Murcia le sonría la vida por tener a un paisano en La Moncloa o un despacho más en la calle Génova. A Ricardo de la Cierva, ministro de Cultura con la UCD, se le hizo la ola en Murcia al conocerse su nombramiento, y sin embargo ahora se le cita, justamente o no, como a un político nefasto para la Región.
Lo cortés no quita lo valiente. Hasta el momento, y entre unas cosas y otras, Rajoy se ha portado con Murcia peor de lo que Murcia se ha portado con el PP.