Diputados a la carrera’ nos ha regalado una de las escasas alegrías que la política nos da en estos días de tribulaciones. El vídeo (absolutamente recomendable) fue de los más reproducidos en Youtube, ‘trending topic’ en Twitter y carnaza de WhatsApp, y apuesto a que lo veremos parodiado en las galas de Nochevieja. Una de las parlamentarias que salen en las imágenes abriéndose paso a codazos por los pasillos del Congreso se puso muy digna, cuando después le tocó justificar la espantada, y no dudó en parapetarse tras su marido y los dos hijos que la esperaban en casa para irse de puente, «como una familia normal». Su Señoría no dijo que entre sueldo y complementos cobra más de 5.000 euros limpios al mes, lo que la aleja bastante de ‘una familia normal’, y olvidó -quizá lo ignora- que en las fábricas se termina cuando se oye la sirena, y en los colegios cuando el conserje hace sonar el timbre. Los diputados que huyeron de sus escaños a uña de caballo dejaron con la palabra en la boca al presidente del Congreso, y desertaron del hemiciclo sin saber siquiera cómo se había votado nada menos que la reforma de las pensiones. Estas conductas agrandan la desafección ciudadana. Una mujer preocupada por su empleo en el Rosell llamó «sinvergüenza hijo de puta» al diputado del PP Ruiz Vivo cuando éste defendía en la Asamblea Regional la política sanitaria de su partido, por lo que aquélla fue justamente expulsada del Pleno. Eso no lo lleva un político en el sueldo. Nadie tiene la obligación de soportar semejante injuria, ni el derecho a proferirla, pero los gestores públicos, y con más razón los cargos electos, deberían comportarse a cambio con rectitud impecable, y eso incluye no irse del trabajo antes de tiempo ni compararse a ‘una familia normal’ cuando se es un privilegiado. La demagogia de los poderosos conduce a la ira de los que sufren, y pasa lo que pasa.
El filósofo alemán Peter Sloterdijk sostiene en su último libro (‘Ira y tiempo’) que «los indignados forman parte de la auténtica tradición democrática» desde que la República se abrió paso en la antigua Roma gracias a la indignación popular desatada por la violación de Lucrecia a manos del hijo del rey. Sloterdijk está convencido de que Europa puede estallar, al ritmo que vamos, por la ineptitud del sistema para sacarnos de la crisis en que el propio sistema nos metió. Peter Sloterdijk exagera. Europa no arderá como la Roma de Nerón. La cólera no llega a tanto. Su predicción responde a la provocación de un intelectual que sacude conciencias. Pero conductas como la de ‘Diputados a la carrera’, y populismo barato como el de la señora del vídeo que se compara a ‘una familia normal’, nos acercan un poco más al barril de la pólvora.