El millón de servilletas estampadas con el nuevo logo de Costa Cálida servirán para limpiarse la comisura cuando la ensaladilla de la marinera rebose o el pastel de carne se rompa en la boca, y quién sabe si esta arcaica herramienta -una humilde servilleta-, tan alejada del mundo 2.0, será incluso capaz de atraer a La Manga algún autobús de pensionistas. Lo más sencillo puede ser también lo más útil. Aquí nos inventamos una vez a un absurdo personaje llamado Karabatic, del que no consta que ayudara a completar un solo hotel. Las servilletas dibujadas con la sonrisa de Costa Cálida son la envoltura de la última campaña institucional, la más acertada en muchos años, porque ofrece nada menos que felicidad, con el aval de Eduard Punset. Mucho mejor Punset que Karabatic, dónde va a parar.