La nueva Comisión Ejecutiva Regional (CER) del PSRM-PSOE nace con muchas dudas. Las concesiones a las que Rafael González Tovar se ha visto obligado en el congreso han desembocado en un equipo que no era el suyo, además de que se antoja excesivamente amplio (pasa de 35 miembros a 43), y deja fuera, por una razón u otra, a sectores del partido que, pasado un tiempo de gracia, podrían caer en la tentación de maniobrar para hacerse un hueco, aunque fuera solo por mantener el cainismo que ha marcado la historia del partido en Murcia. Pero la mayor incertidumbre viene dada por el hecho de que, pese a las concesiones de Tovar, la ejecutiva solo ha obtenido un 55% de votos a favor si para extraer el dato se computa –como debe hacerse– el número total de delegados (311) asistentes al congreso; técnicamente, el nuevo gobierno socialista cosechó un respaldo del 63%, con 171 votos a favor, pero también recibió 98 votos en blanco. Un aval insuficiente, sin duda.

Más allá de los números, lo que sorprende es la escasa renovación que supone el cambio en la ejecutiva. En ella siguen doce personas que formaron equipo con Pedro Saura, lo que no se explica bien considerando la histórica desautorización de su gestión por el plenario del congreso, que se negó a aprobar el informe del secretario general saliente. Y otra observación: regresan a la primera fila algunos dirigentes históricos del PSRM-PSOE, a los que se vio intervenir con indisimulado protagonismo en la cocina de un cónclave que parecía llamado a renovar ideas y personas.

Difícil tarea la que aguarda a González Tovar.