Podemos se nutre de la Nueva Cultura del Agua, un movimiento antitrasvases surgido en los años noventa para defender el Ebro e impulsar políticas sostenibles en la gestión de los recursos hídricos, por lo que era de esperar su oposición al trasvase del Ebro, que ayer verbalizaron Pablo Echenique y Óscar Urralburu, sus mandamases en Aragón y Murcia. Una vez explicitada su resistencia a los trasvases -y a la desalinización masiva-, lo que ahora toca es que Podemos recoja en el programa electoral con el que intentará asaltar el cielo las recetas que propone para cubrir el déficit estructural de la cuenca (de casi 500 hectómetros cúbicos) y mantener vivo el Tajo-Segura, y que las haga compatibles con su discurso en el resto del país, teniendo en cuenta que el agua da y quita votos, como bien saben PP y PSOE.