Aún no ha empezado la campaña y ya nos han arrebatado el corazón con una retahíla de promesas que nos meten de cabeza en los mundos de Yupi. Las ofertas irresistibles se mezclan en la tienda electoral con otras más viejas que la tos y algunas descaradamente irrealizables. El descrédito que la política se ha granjeado irá a más, y terminará infectando a los partidos emergentes, si los compromisos de los candidatos no se convierten en un contrato de obligado cumplimiento cuya inobservancia depare consecuencias legales, como el derecho de los ciudadanos a la revocación de quienes los engañaron por un puñado de votos. Mientras esto no sea así, habrá que invocar al entrañable Juncal que Paco Rabal encarnó magistralmente para televisión: «¡Tomo nota!». Y ya hablaremos.