Primer hecho: Pedro Antonio Sánchez no está imputado. Segundo: la lógica procesal, la lectura del auto de citación en un Juzgado de Lorca y un mínimo conocimiento de la Ley de Enjuiciamiento Criminal invitan a presumir que la imputación puede llegar con el tiempo. Tercero: el zigzagueo mareante de Ciudadanos (lo voto, ya veré si lo voto, vuelvo a votarlo) denota su inmadurez como partido y revela un dilema que era más político que de naturaleza jurídica, algo así como ¿y si ahora lo apoyo y después lo imputan? Cuarto: el pacto PP-Ciudadanos impone la dimisión inmediata de cualquier imputado por corrupción, que es lo que se dirime en el ‘caso Auditorio’, por lo que Pedro Antonio Sánchez habla a humo de pajas cuando dice que se irá si lo imputan por corrupción. Quinto: el banquillo del PP se ha puesto a calentar.